El pasado es destino, determinó Sigmund Freud, pero acaso en contadas ocasiones es bueno repetirlo.
Quizá por ello, y por una creciente presión hacia los gobiernos por reivindicar los derechos y la justicia por hechos y acciones ya enquistadas en la historia, Estados Unidos y España han puesto un par de ejemplos en los últimos días.
Un nuevo proyecto de ley en el Congreso de EU busca crear una junta para cambiar el nombre de más de mil pueblos, lagos, arroyos y picos de montañas que aún utilizan conceptos racistas u ofensivos.
Y es que hoy en día más de 600 lugares contienen la palabra “negro” en sus nombres.
Nuevo México es el hogar de un embalse llamado Wetback Tank (en referencia a los mexicanos migrantes que cruzaban el Río Bravo para llegar a la Unión Americana, los “espaldas mojadas”), por citar dos ejemplos.
La Junta de Nombres Geográficos de EU Supervisa todas las decisiones de nombres, pero los críticos sostienen que es abrumador y lento cambiar el nombre de los lugares, a pesar de la presión pública.
La Ley de Reconciliación en los Nombres de Lugares, presentada hace unos días por los senadores Al Green y Elizabeth Warren crearía una junta asesora compuesta por defensores de los derechos civiles y miembros tribales para tal efecto.
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Reconciliarse con el pasado, ¿para un mejor futuro?
La Ley no tiene aliados republicanos, lo que hace que su futuro sea turbio en un Congreso estrechamente dividido.
En tanto, del otro lado del mundo, el Gobierno español presentó la versión final de un proyecto de ley que busca sacar de las fosas comunes a las miles de víctimas de la dictadura franquista, de cara a saldar una “deuda histórica” con el pasado de España.
Y es que más de 100 mil víctimas de la Guerra Civil (1936-1939) se encuentran todavía desaparecidas, según las estimaciones de historiadores y asociaciones de víctimas.
Este proyecto de ley de memoria democrática -cuya versión preliminar ya había sido presentada en septiembre de 2020-, debe ser validado ahora por el Congreso.
Prevé el uso de fondos públicos para buscar a los desaparecidos, la elaboración de un mapa de todas las fosas comunes o la creación de un banco de ADN de las víctimas para facilitar su identificación.
Con información de Agencias