Latitudes
Por Alberto Lati
Twitter: @albertolati
El tren subterráneo que se acerca al barrio madrileño de Chamartín y que escucha en el altavoz el anuncio de “Próxima estación, Santiago Bernabéu”, experimenta una rareza: que no para de subir gente, pero nadie baja.
Eso propicia incomodidad y ansiedad, falta tanto de espacio como de aire, la sensación de un absurdo.
Así el Real Madrid en el inicio de esta pretemporada: ya incorporados al proyecto Eden Hazard, Luka Jovic, Ferland Mendy, Militao, incluso el joven brasileño Rodrygo o jugadores que estaban prestados y regresan (James, Kovacic, Lunin, Odegaard)ÔǪ, mas sigue sin haber quien descienda del vagón.
Al tiempo, no cesan rumores de más futbolistas que podrían sumarse al cuadro merengue, como Christian Eriksen, Paul Pogba o el máximo anhelo que es Kylian Mbappé.
La clásica frase de “dejen salir antes de entrar”, rebota de pasajero en pasajero. Se sobreentiende que Gareth Bale está parado ante la salida. Sin embargo, eso no significa que hoy alguien quiera pagar por él los 100 millones de euros que dos años atrás muchos gustosos hubiesen desembolsado, ya no decir hacerse cargo de su elevado salario. Los siguientes en la lista tienden a ser Keylor Navas e Isco, aunque sin establecerse qué monto se pueda recibir. Luego están Lucas Vázquez, Asensio, Dani Ceballos, acaso Marcelo o Reguilón, y varios más.
Mientras que nada de eso suceda, este caos propicia hasta la devaluación de los jugadores blancos, no hace mucho tiempo híper deseados como multicampeones de Europa. Quien esté interesado en, supongamos, Bale o Isco, comprende la urgencia merengue de soltarlos y puede atraerlos por cantidades relativamente bajas.
Lo opuesto a, por ejemplo, el Tottenham con Eriksen: quien lo busque sabe que no hay otro como él en el club londinense y que, por ende, no es tan fácil llegar al número que lo desvincule ÔÇôy eso que le queda apenas un año de contrato, tras el que podría marcharse gratis.
Más allá de eso, el Real Madrid tendría que salir muy reforzado luego de un verano de más 300 millones de euros gastados, aunque tampoco existe garantía. Quitando al muy consagrado Hazard, lo demás son valores al alza que acaso (sólo acaso) empiecen a funcionar de inmediato.
Antes de la mitad de junio, la revolución es a medias: porque tan grave como no comprar, es comprar sin vender.
El tren ha pasado por el Bernabéu y, atascado, dará una vuelta más por Madrid. Nadie sale, sólo entran.
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