Los números pares me gustan más que los nones. La mitad es su complemento. Ya no sé qué inventarles y luego dicen que escribo en código. Con esta ya van cuatro veces que vierto mis ideas en torno al teatro, conciertos y música en general en este espacio. Y vendrán cosas peores dicen por allí.
Ahora toca un momento de reflexión, ¿de qué hablamos y de qué más iremos a hablar? Manifestaciones culturales, arte, literatura. Todo tiene cabida porque nada humano nos es ajeno.
La intención es entretener con conciencia y recordar lo que queríamos ser, o que queríamos hacer. Apapachar vivencias y compartirlas. Ah qué tuluminati sale uno de pronto.
Temporada de mariposas
El fin de semana pasado tuve ocasión de recorrer la Carretera Federal 307, aquella que conecta la cabecera municipal de Benito Juárez con Chetumal, la capital de nuestro estado a la que ahora sí que me gustaría acudir luego de la flamante reinauguración de su Planetario Yook’ ol kaab. No alcancé a poner pie en Othón P. Blanco, aunque sí retorné unas tres o cuatro veces en Xul-Ha, para luego remojarme en la dulce agua de la Laguna de los Siete Colores y recibir mi bautismo como todo un mangueboy.
Nuestro universo se limitó a la tranquilidad de Bacalar y su manglar. Comimos y brindamos por el placer de descubrir que los padrastros a veces no son tan espantosos como los pintan. Todos tienen lo suyo.
El día de mi retorno se soltó una tromba, largamente anunciada y que afortunadamente no afectó nuestra estadía por esos lares. Yo lo sentí como un buen augurio.
Otro ocurrió en el trayecto, en el que además de múltiples simas, estuvo plagado de mariposas que volaban por doquier, muchas de ellas, con infinita tristeza debo admitir, se impactaron con nuestro parabrisas. Es momento de transformarse.
Es eso, nomás una estampa (por ahora) y sin más, en esta ocasión los dejo con el buen Max…