El fin de semana pasado dos celebraciones comenzaron en la Zona Norte del estado: el Arpa Fest y el Festival Internacional de la Música (FIM). Buscando matar dos pájaros de un tiro, decidí acudir a un evento de arpa organizado por el FIM.

Así que poco antes del mediodía asistí a la Unicaribe para un concierto sumado a una conferencia titulada “El arpa andina peruana”, en el marco de los Sonidos de los Andes, temática que engloba a toda esta onceava edición del festival.

Tan solo llegar al recinto universitario, algo me hizo sospechar que el evento no se celebraría con normalidad. No había ningún anuncio del mismo en las inmediaciones y el público brillaba por su ausencia a unos instantes de comenzar la actividad. Tan sólo porque vi a un miembro del staff, fue que pude constatar que sí se llevaría a cabo.

Al entrar al auditorio, al que por primera vez visité hace ya casi dos décadas atrás para escuchar al escritor Francisco Martín Moreno, me encontré con un par de personas ecualizando sus micrófonos, pero con un instrumento muy distinto a un arpa.

¿Qué está pasando?

Decidí dejarme llevar, el año previo fui sin expectativas al evento de clausura del décimo FIM y salí con los tímpanos más que satisfechos. En esta ocasión la entrada incluso fue gratuita, digamos que la satisfacción estaba garantizada.

Antes de que sonara el primer acorde, me enteré que a causa de un lamentable tema de visados, en vez de escuchar a Ayfa y la fusión andina, grupo de origen peruano, tocaría en cambio el turno a Épsilon Dúo, que tratando de respetar el programa, nos traerían a Cancún lo mejor de los Andes de Guanajuato.

Elías García y Pepe Alcocer, se encargaron de mostrar unos grandes arreglos y composiciones, armados con la prótesis y seis cuerdas de su instrumento, la guitarra. Impartieron a la par, entre cada afinación, una enorme clase de historia, que el primero decidió iniciar con un homenaje al español Andrés Segovia por parte del ruso Nikita Koshkin, de pronto entró un aire istmeño con el que trató replicar los sonidos andinos, para luego retornar por los caminos de Guanajuato. El de larga cabellera contó la historia detrás de “Si nos dejan”, el único bolero que José Alfredo (¿cuál otro?) compuso, retado por Álvaro Carrillo en el Tenampa de la Ciudad de México.

Llegó el turno para Pepe Alcocer, quien decidió deleitar con su “Fantasía española”, insipirada en las predilecciones de su maestro Rafael Cuén Garibi; y pasar luego a una obra en homenaje a Heitor Villa-Lobos, algo así como el Manuel M. Ponce brasileño, que se dedicó a preservar los sonidos folclóricos de su tierra. Cerró su concierto solista con un pequeño estudio para rasgueo, o tributo a Jimmy Robinson, intérprete de la steel guitar que conoció en un festival en Zihuatanejo.

En la parte final del concierto, ya ensamblados, tocaron el son jarocho “La bruja” y después improvisaron basándose en un estudio del cubano Leo Brouwer, clave para seguir desarrollando la técnica interpretativa. El mundo entre cuerdas nos llevó a Francia con Roland Dyens, un compositor que tras una operación a corazón abierto y haber visto la luz en el quirófano llevó a la guitarra esa dulce experiencia de morir por unos instantes.Con eso tuvimos suficiente en esta ocasión. Milton vino a interrumpir un poco las cosas pero el Festival sigue su curso hasta este sábado.

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