El sector chiclero es parte importante de la historia y la identidad de Quintana Roo. Es una industria que en las últimas décadas había sido muy golpeada, lastimada, olvidada, arrinconada y nadie metía las manos por ella.

Fue en la actual administración que encabeza la gobernadora Mara Lezama cuando se escuchó el reclamo, se dimensionó lo que históricamente representa el entorno chiclero para el estado, sobre todo para la Zona Maya y el sur quintanarroense.

La gobernadora escuchó a representantes de la empresa Chicza, y supo de viva voz la necesidad de tener el reconocimiento por parte del Instituto Mexicano de la Propiedad (IMPI). Llevaban siete años sin cumplir con todos los requisitos establecidos y así poder acceder a las ventajas que más que ellas, significaban la posibilidad de sobrevivir dentro de las actuales condiciones de mercado internacional.

Si de por sí la industria chiclera llevaba décadas desplazada por la goma de mascar, que sin tener las propiedades y beneficios del chicle puro, goza de mayor penetración de mercado.

Con sus características de mujer que mira las cosas de frente, que afronta los problemas y nunca le da la vuelta, Mara Lezama conoció el problema, ofreció su apoyo y a través de la Secretaría de Desarrollo Económico (Sede), con un rol importante del aún recién estrenado secretario, Paul Carrillo, se logró un reconocimiento histórico y trascendente.

Se pudo obtener la Declaración de Protección de la Indicación Geográfica del Chicle Maya, lo que sin duda marca un antes y un después en la industria chiclera de Quintana Roo.

Este logro de la mandataria, a través de la Sede, impedirá que muera la industria chiclera, porque las y los productores podrán competir en igualdad de circunstancias en los mercados internacionales, manteniendo precios altos y la posibilidad de obtener mayores ingresos.

Con el distintivo se evitarán falsificaciones y competencia del comercio desleal que tanto daño le ha hecho a este sector.

En Quintana Roo, durante la temporada, los chicleros experimentados pueden producir hasta 40 kilos de chicle por semana, y los novatos producen alrededor de 30 kilos de chicle a la semana. El promedio general anual es de 200 kilos por chiclero.

Nada más para dimensionar lo que hizo Mara Lezama, en diciembre de 2023, Chicza solicitó el apoyo de la gobernadora y en octubre de 2024 se logra el aseguramiento del uso exclusivo del chicle obtenido del árbol del chicozapote, a través de la autorización del IMPI.

Se dice fácil pero fueron largas jornadas de trabajo, de revisión de documentos, de sustituirlos, volver a llenar datos, cumplir con más requisitos hasta finalmente lograr la meta: El reconocimiento del IMPI para el sector chiclero de Quintana Roo. Gran logro de Mara Lezama sin duda alguna.

Saque final… Lidia Rojas sigue buscando llevar agua para su molino aprovechando cualquier vacío por parte del municipio de Othón P. Blanco. La presidenta municipal, Yensunni Martínez, tal parece que aprendió la lección de su primer trienio y hoy la vemos más en contacto con la gente. Una alcaldesa de territorio es lo que Chetumal pide y eso frena cualquier acción por parte de la ex candidata de Movimiento Ciudadano.

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