Efraín Juárez, perseguido en Colombia por un festejo que consideraron como ofensivo para la afición del Deportivo Independiente Medellín, detención por parte de la policía local y castigo sin poder pisar un campo de futbol en Medellín: las medidas exageradas que se tomaron en contra del timonel mexicano.

Una detención por parte de la Policía, luego de ser expulsado por festejar el gol de su equipo, Atlético Nacional, que logró su pase a la final de la Copa de Colombia, es una exageración para un deporte que es todo pasión, que un gol se tiene que festejar y, sobre todo, si se está en instancias finales, pero más aún si somos mexicanos, porque es algo que llevamos en la sangre.

Días después, en otro encuentro, el técnico mexicano volvió a ser expulsado, y con base en videos que circulan en redes y quitando el tema de la nacionalidad, no se ve que le faltara el respeto a alguien, por lo que ya se trata de una persecución; dicho sea de paso, el equipo de Medellín cuenta con el respaldo político, por lo que se cree que por ello la sanción al estratega azteca.

Por fortuna, el mexicano cuenta con el apoyo de su club, el Atlético Nacional, con el que ha tenido un gran desempeño esta temporada; le han brindado apoyo jurídico y la afición de su equipo le ha demostrado su apoyo con mensajes por medio de las redes sociales.

Que un tema de futbol sobrepase las canchas y llegue a que la sanción sea determinada por la Policía Metropolitana de Medellín, es algo que no es aceptable por ningún motivo; creo que las autoridades de ese lugar llevaron las cosas demasiado lejos sin pensar en las consecuencias.

Urge más verificar quién ingresa a las tribunas para garantizar que los partidos de futbol sean eso, encuentros deportivos, un espectáculo familiar, sin agresiones, sin insultos y sin lesionados o incluso muertos que ha dejado los enfrentamientos entre barras y pseudoaficionados, eso es lo que realmente debe vigilar la policía de cualquier país.

Al final espero, y no por mi, sino por el bien del deporte, que la sanción sea retirada y que situaciones como esta no se vuelvan a repetir, pues de aceptar lo que las autoridades de Medellín pretenden con el estratega, es poner un precedente para que los festejos ya no sean parte del folclore del futbol, de la pasión, del color y de lo que lo hace el deporte más popular del mundo.

Nos leemos el próximo lunes y no olviden echar… La Cascarita.

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