Saber leer los nuevos tiempos de la política; esa es la cuestión. El llamado de la gobernadora a esperar los tiempos para la sucesión, evidenció el muy anticipado inicio del lejano proceso sucesorio del 2027 en Quintana Roo. El llamado fue para Eugenio El genio Segura y para Rafael Marín Mollinedo, así en orden de aparición en sus campañas adelantadas.

Fue un cierre espectacular de año en materia política electoral. En las próximas semanas y meses, podremos comprobar si los grupos que representan Eugenio El genio Segura y Rafael Marín, ya desbocados en 2024, calmarán sus ansias en 2025 o seguirán de frente, por la libre, sin escuchar el llamado de la gobernadora y sin tener la “autorización” de la presidenta Claudia Sheinbaum.

Lo más probable es que ambos ya no puedan parar e incluso que puedan quedar descartados ante la decisión de los altos poderes que puedan anteponer los antiguos principios de la disciplina. Pero todo ello son posibilidades. Tendrán mayor oportunidad, quienes sepan leer los nuevos tiempos de la política y el estilo de gobernar de Claudia Sheinbaum.

Rafael Marín reconoció que sí aspira a la gubernatura en 2027, “pero debo tener la autorización de la Presidenta”, lo que para algunas personas pudo haber sido una especie de freno.

En cambio, ¿tendrá El genio Segura la autorización de la presidenta Claudia Sheinbaum para hacer campaña adelantada? o al contrario, va a continuar queriendo engañar a la titular del Ejecutivo federal con su campaña tipo avestruz, es decir, entierra la cabeza pero se le ve todo el cuerpo.

No es sano para cualquier Gobierno adelantar demasiado una sucesión, porque los esfuerzos se distraen y quien gobierna podría empezar a perder fuerza de manera adelantada, en detrimento de los planes de Gobierno en desarrollo. Por eso Mara Lezama afirmó ante la Presidenta en su reciente visita: “En Quintana Roo hay gobernadora” y lo repitió ahora para calmar los ánimos de los morenistas-verdes adelantados.

¿Cuáles reglas del viejo régimen prevalecerán y cuáles no? En la era de la disciplina del presidencialismo priista, nadie podía adelantarse, a menos que contara con la “línea” o desafiara al régimen. Esta práctica le permitió al antiguo sistema una estabilidad política.

“Gobernador no pone gobernador”, decía esa otra regla. En cambio, decía otra regla más: Presidente sí impone Presidente, pero el saliente se hace invisible por el resto de su vida.

Estas reglas que permitieron una longevidad de más de siete décadas tricolor, que se rompió, primero, por la decadencia del sistema priista y, segundo, por la llegada del PAN a la Presidencia, cuando nacieron los “gobernadores virreyes” que pudieron imponer a sus propios candidatos.

En Quintana Roo fueron los casos de Joaquín Hendricks quien impuso a Beto Borge y éste, junto con el Niño Verde, impusieron a Mauricio Góngora, pero les ganó el mandado Carlos Joaquín, por la lujuria de corrupción en que cayeron los gobernadores tricolor-verdes de la “oncena trágica” quintanarroense.

Entonces, ahora hay un cambio. Las reglas son otras. Las personas políticas deberán saber leer cuál es el estilo de gobernar de la primera Presidenta de México, quien, entre otras cosas, buscará darle estabilidad a los procesos de sucesión, bajo alguna forma de disciplina, que deberán acatar quienes forman parte del segundo piso de la cuarta transformación.

Todos quieren subirse al carro ganador y así se lo están permitiendo, pero tendrán que pagar algún costo; uno de ellos es la disciplina; no llegar e irse por la libre y querer imponer e imponerse al verdadero poder que se está construyendo desde Palacio Nacional. Usted tiene la última palabra.

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