Luego de 35 años participar y ser un férreo contrincante de izquierda, en el 2027 no veremos en las boletas, al menos en Quintana Roo y en las elecciones federales, las siglas  del Partido de la Revolución Democrática (PRD), el cual desapareció en el 2024 al no lograr el tres por ciento del total de la votación para mantener el registro. 

El PRD, que fue fundado en 1989 después de las elecciones presidenciales de 1988, comenzó a vivir una verdadera crisis al interior por los intereses grupales de las llamadas tribus que en su mayoría trabajaron para sus intereses y se olvidaron de sus principios básicos.

Pues bien, en Quintana Roo y por lo menos en la mitad de los estados de México, además de a nivel federal, ese partido desapareció y ya no se le verá en las boletas electorales, con lo cual la poca militancia con la que contaba está libre para apoyar a quien considere, y no se descarta que busquen cobijo en las filas de Morena. 

En las elecciones del 2024, el PRD decidió participar solo, decisión que fue practicamente el último clavo de su ataúd al no lograr, como ya dijimos, el tres por ciento del total de la votación que necesitaba para mantener el registro a nivel nacional.

En Quintana Roo, los perredistas lucharon para mantener el registro como partido local, y fue el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación quien les dijo que no contaban con el porcentaje local, también el tres por ciento del total de la votación, para lograr el registro. En resumen, se quedaron fuera de la jugada y fuera de las elecciones del 2027.

Ante tal situación, sin partido y sin posibilidades de poder conseguir registro local ni como asociación antes del 2027, porque los registros se abren luego de cada elección a gobernador, los perredistas, los pocos que quedan, tendrán que decidir a qué agrupación se suman, de manera temporal o definitiva, en los próximos comicios. 

Posterior a las elecciones del 2027, se verá si el espíritu perredista sobrevive y si persisten las ganas de reagruparse con la experiencia vivida. Así las cosas en el mundo de los partidos políticos, instituciones que por lo regular se convierten en empresas familiares, que le han permitido a muchos vivir sin el más mínimo esfuerzo. Hasta la próxima.