La construcción de obras complementarias del Tren Maya en zonas de humedales entre Bacalar y Buenavista, en el sur de Quintana Roo, representa un riesgo ambiental de alto impacto y también un posible costo económico, al ejecutarse sin tomar en cuenta los riesgos naturales del terreno ni el conocimiento local.
Así lo advirtió la investigadora María Luisa Villarreal Sonora, quien documentó que algunas de estas infraestructuras ya se están levantando sobre áreas con antecedentes de inundación y conectividad directa con cuerpos de agua.
Evidencia satelital e histórica
Como parte del análisis para su próximo libro sobre la laguna de Bacalar, Villarreal Sonora utilizó imágenes satelitales para mapear zonas que, aunque actualmente lucen secas o cubiertas por vegetación, han sido históricamente humedales activos o parte del sistema lagunar.
Explicó que estas áreas, por su naturaleza geológica y ecológica, se inundan en temporada de lluvias intensas o fenómenos meteorológicos extremos, lo que compromete la estabilidad de las estructuras construidas sobre ellas.
“Al observar las imágenes satelitales es evidente que muchas de estas áreas conservan humedad, presentan hundimientos y alineaciones geológicas que revelan su pasado como canales de agua. Son zonas de riesgo y deberían mantenerse libres de construcciones”, señaló.

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Dos obras en zonas vulnerables a causa del obras del Tren Maya
La investigadora identificó dos construcciones ejecutadas por la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) dentro de estas zonas:
- Una subestación eléctrica del Tren Maya, ubicada al norte de la Laguna Conejo,
- Los talleres de mantenimiento del tren, edificados directamente sobre un humedal.
En el caso de la subestación, advirtió que fue colocada en un punto donde históricamente desembocan los escurrimientos más contaminados provenientes de Campeche. “Es un error estratégico que pone en riesgo la calidad del agua de la laguna”, explicó.
Sobre los talleres, detalló que se optó por rellenar el humedal para estabilizar el terreno. Sin embargo, cuestionó la efectividad de esta medida: “El agua, tarde o temprano, recupera su cauce. El relleno no detendrá las inundaciones en tiempos de tormenta”.

Infraestructura por encima del territorio
Villarreal Sonora afirmó que estas decisiones reflejan una lógica autoritaria que privilegia la infraestructura sobre los límites ecológicos del territorio. “Ignoran el conocimiento ancestral y empírico de las comunidades que habitan esta región”, sostuvo.
Llamó a reflexionar sobre la relación que se establece con el entorno al ejecutar obras sin consulta ni evaluación territorial adecuada.
“Este ensayo no es una denuncia aislada, es una invitación a mirar con mapas, imágenes y memoria el paisaje que está siendo transformado sin conciencia ni consulta. Mientras las decisiones sigan ignorando lo evidente, lo que nos queda es resistir desde la verdad del territorio”.

Las lluvias ya advirtieron el problema
Villarreal recordó que este tipo de situaciones ya han ocurrido. Tan solo en julio del año pasado, las intensas lluvias provocadas por la tormenta tropical Alberto desencadenaron escurrimientos que dejaron casi bajo el agua las vías del tren en Bacalar.
El agua cubrió alrededor de 1.5 kilómetros de una sección del tendido férreo, y muchos habitantes responsabilizaron al megaproyecto de las inundaciones.
También, señaló que las obras actuaron como un dique que bloqueó el cauce natural del agua, algo que no se había visto en más de 20 años.