La temporada de avistamiento del tiburón ballena —uno de los principales atractivos turísticos del Caribe mexicano— ya comienza a mostrar sus primeros picos en Holbox. La isla se prepara para recibir a miles de visitantes que llegan con un solo objetivo: nadar junto al pez más grande del mundo en un entorno natural y regulado.
Christian Stenta, presidente ejecutivo de la Asociación de Hoteles de Holbox, confirmó que la temporada ya muestra señales claras de actividad.
“Apenas comienzan a verse los primeros picos de avistamientos. Este mes arranca la temporada más fuerte para este tipo de tours, que son muy reconocidos en el destino”, afirmó.
Julio y agosto: el punto más alto de la temporada
El tiburón ballena regresa cada año a las aguas cálidas del Caribe mexicano entre mayo y septiembre, con su mayor concentración durante julio y agosto. Estos gigantes oceánicos —que pueden llegar a medir hasta 12 metros— se congregan cerca de Holbox, Isla Mujeres y Cabo Catoche para alimentarse de plancton y huevas de peces.
Actualmente, entre 16 y 20 embarcaciones parten cada día desde Holbox con hasta 10 turistas cada una, bajo estrictas normas de operación sustentable que regulan el nado con esta especie.

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Turismo sustentable que impulsa la economía local
El nado con tiburón ballena no solo ofrece una experiencia única a nivel mundial, también representa una fuente clave de ingresos para la isla. Según Stenta, las reservas para julio ya alcanzan el 50 %, y se espera que la ocupación hotelera llegue al 75 u 80 % durante el verano.
“La temporada del tiburón ballena siempre ha sido uno de los momentos más esperados del año. No solo atrae a visitantes de México, sino de países como Estados Unidos, Alemania, Francia, España y Canadá”, destacó.
Este repunte es especialmente significativo tras un inicio de año difícil para el turismo local, afectado por el tipo de cambio, menor conectividad aérea y una creciente competencia internacional.
Actividad regulada para proteger al tiburón ballena
Dado que el tiburón ballena está catalogado como una especie vulnerable por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), su avistamiento está estrictamente regulado. Las actividades son supervisadas por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) y la Semarnat.
Los operadores turísticos deben contar con permisos oficiales, cumplir con capacitaciones ambientales y seguir un código de conducta que prohíbe el contacto físico con el tiburón ballena y limita el número de nadadores por embarcación.
En 2024, más de 15 mil personas participaron en los tours durante julio y agosto. Este año, la expectativa es igualar o incluso superar esa cifra.