Al viajar, uno alberga el deseo de que las cosas siempre salgan a pedir de boca y sin contratiempos. Quizá por ello es que el mes pasado, un día antes de partir de estas tierras en las que ahora me encuentro de regreso, decidí escuchar a Vaya Futuro y sus Tips para ir de viaje: “es probable que las cosas no salgan como piensas”.
Nunca sabes qué viene
En mi primera parada, adquirí el llamado periódico global español, ‘El País’, y me puse a hojearlo. Encontré en él un artículo respecto a la tensa calma que se vivía en los poblados fronterizos de Polonia con Rusia, y entonces fue cuando me pude percatar de que el concierto global no cesa y de lo perenne de la vida y sus contrariedades.
Estando en Cracovia, cotorreé con la posibilidad de cruzar fronteras para llegar a Ucrania. Y aunque realicé una incursión por zonas para nada turísticas, nunca tuve la intención de hacer algo como lo que sí terminó por realizar el escritor colombiano Héctor Abad Faciolince, dos años antes.
A mediados de 2023, el autor de El olvido que seremos, acudió a la Feria del Libro del Arsenal, en Kiev, para presentar una traducción de tal obra al ucraniano y acompañar el lanzamiento de una campaña de solidaridad con este pueblo, aquejado desde 2022 de un conflicto bélico con Rusia. Junto a sus acompañantes, el nacido en Medellín un día como antier pero de 1958, decidió internarse al este de Ucrania, para dar cuenta de lo que allí se vivía, en pleno escenario de batalla.
La comitiva colombiana tuvo como guía a una local, Victoria Amelina, escritora multigalardonada por su trabajo de ficción, pero que a partir de la guerra, decidió comenzar a poner por escrito la situación de su nación. Estando en Kramatorsk, en la región de Donetsk, se sentaron a comer una pizza en un negocio que a los pocos minutos sería reducido a escombros debido a la explosión de un misil. Sorprendentemente, de la mesa en cuestión, sólo quien fuera ganadora del Premio Joseph Conrad se vería gravemente afectada y a la postre fallecería a los cuatro días por las heridas que le generó este episodio.
Como no podía faltar y era de esperarse, Abad Faciolince -quien acababa de cambiar de lugares con Victoria, previo al ataque-, irremediablemente preparó un texto respecto a esta experiencia, mismo que se titula Ahora y en la hora, que demuestra una vez más la veracidad del viejo adagio que reza: cuando no te toca, ni aunque te pongas.
Victoria Amelina, quien iba de luto desde el arranque del conflicto y que emprendió múltiples labores humanitarias antes de perder la vida, trabajaba a su vez en un libro que quedó inconcluso pero que sus editores completaron póstumamente. Éste se llama Looking at Women, Looking at War en el que recopila testimonios sobre crímenes de guerra cometidos a sus congéneres, antes de ella misma ser víctima de uno de ellos.