Por primera vez en 177 años la representación de la Pasión de Iztapalapa fue a puerta cerrada y vista por una pantalla de televisión.
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Solo en la época cristera fue resguardada, siempre tuvo público, fieles, presencia y solemnidad de los ocho barrios de esta demarcación, quienes esta vez no caminaron, no cargaron una cruz con el sol a plomo, ni tampoco se martirizarán este viernes públicamente, esta vez, todo fue desde el confinamiento y la sana distancia.
Este Jueves Santo, solo actores y un equipo de televisión montaron la Jerusalén del oriente chilango en la Catedral de Iztapalapa, en honor al Señor de la Cuevita, que en 1883 hizo el milagro de curar la Pandemia de Cólera.
Ahí se inició el ritual del Primer Concilio, donde el destino del Nazareno de Iztapalapa estaba escrito ya que Judas negoció la captura de su maestro y era acusado de la desgracia de su pueblo.
En el Segundo, acto frente a la entrada de la Catedral se realizó la Cena y Lavatorio de Pies. En el pasaje donde Jesús de Iztapalapa, representado por el joven Mauricio Luna Reyes, originario del Barrio San Ignacio enfrentó a quien lo vendió por 30 denarios.
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"Quien meta conmigo la mano en el plato, es el que me entregará, estaba escrito. El hijo del hombre será entregado en mano de los hombres, pero hay de aquel por el que será entregado, mas le valiera no haber nacidoÔǪ Por ventura maestroÔǪ Tu lo has dicho Judas", señaló el Cristo de Iztapalapa.
Después, el Nazareno cumplió con el lavatorio de sus 12 apóstoles, iniciando con Pedro y Juan, donde la sana distancia no importó, él, saneó con sus manos y agua las plantas de los pies, no las manos con jabón ni gel sanitizante, el hijo del hombre se expuso a la pandemia.
"Amado Pedro voy a lavarte los piesÔǪ ¿Tu me vas a lavar los pies?ÔǪ Si, cuando el espíritu Santo ilumine tu inteligencia sabrás porque hago estas cosas y otras mas. El que no me obedezca será excluido del número de mis ovejas", expone Jesús de Iztapalapa.
Antes de ser aprehendido, Jesús de Nazareno del Barrio de San Ignacio dejó un último mandamiento a sus discípulos en estos días de cuarentena y en que el Covid-19 pone a prueba toda fe.
"Un mandamiento nuevo os voy a encargar, no lo olvides nunca: amaos los unos a los otros, como yo os he amado no se olviden en sus corazones la caridad, que por eso os conoceré desde arriba", remata el Nazareno antes de orar por última vez al monte de Los Olivos.
El Diario de Chihuahua