Por Alfredo Huerta
Correo: ahuertach@yahoo.com

A partir de este día, tanto las calificadoras crediticias, inversionistas, analistas financieros y económicos nacionales e internacionales nos daremos a la tarea de revisar la viabilidad del presupuesto 2019, presentado en tiempo y forma al Congreso el 15 de diciembre pasado.

En el marco general, nos llama la atención el reconocimiento por parte del Gobierno de que 2019 será un año de bajo crecimiento económico ante un entorno externo complicado y uno interno, que tendrá que adecuarse a los fuertes ajustes en gasto e inversión, a la adaptación de la nueva gestión a sus funciones y al bajo ritmo en el nivel de inversión de largo plazo y en los propios mercados financieros. Estiman un PIB promedio del orden de 2.0%, considerando un rango de 1.5 a 2.5%.

Consideramos que un Gobierno con mayor enfoque hacia el bienestar social tiene riesgos sobre el nivel de endeudamiento y/o aceleramiento en la inflación como palanca principal de crecimiento. En ese sentido, el presupuesto considera una inflación de 3.4% anual, por debajo de 2018 y una deuda pública “muy controlada” con un indicador de deuda / PIB de 45.3%, y basa su mayor ingreso en una fuerte recaudación tributaria que representaría 62% de los ingresos federales y sólo 20% a ingresos petroleros, a pesar de una mejor estimación en 55 dólares del barril de crudo.

Sin embargo, vemos muy difícil alcanzar una inflación inferior a 5.0% anual en 2019 si, además, incluyen un tipo de cambio promedio en $20.00, lo que “garantiza” una volatilidad cambiaria teniendo un rango viable de $22.00-$18.00 y en donde sólo fuertes caídas del dólar a nivel mundial ayudarían a un movimiento “revaluatorio” del peso, por lo que es muy claro un sesgo de depreciación. Es muy probable que se mantenga el riesgo de transferencia de precios.

De acuerdo a la estructura de nuestra economía, en donde el crecimiento promedio en los últimos 20 años es de 2.1%, la inflación promedio es de 4.2% anual. Si a eso le sumamos cierta fortaleza del dólar a nivel mundial, un primer semestre donde inversionistas estarán a la expectativa del desarrollo del desempeño del Gobierno y de nuestra economía, vemos difícil alcanzar este objetivo presupuestario de 3.4% anual.

Se observa, además, un aumento en la cuenta corriente que pasaría de un déficit de 1.8% a 2.2%, aún controlable, pero dependiente de flujos del exterior. Por ello, el tipo de cambio seguirá siendo una válvula de ajuste en la condición de nuestra economía.

La tasa de interés en 8.3% anual considera un probable rango de 8.00 a 8.50% anual. Es muy probable que el Banxico aumente la tasa de interés esta semana siguiendo a la Fed, aunque es claro que en 2019 las condiciones monetarias en Estados Unidos pudieran relajarse ante la desaceleración y caída en los mercados, lo que podría ayudar un poco al Banxico en sus decisiones del próximo año. En este punto, serán los flujos externos los que estarán determinando los riesgos y oportunidades dentro de un ambiente de volatilidad cambiaria seguramente. Actualmente, las inversiones en la tenencia de extranjeros en el mercado de dinero están direccionadas a los Cetes, con tasas de interés muy atractivas, garantía Gobierno, liquidez y a corto plazo. Están muy “cómodos” pagando por ver y ganando dinero.

En síntesis, las condiciones del presupuesto llevarán a inversionistas a sobreponderar las tasas de interés cortas y dentro de su diversificación, mantener algo de posiciones en dólares. El bajo crecimiento de la economía dará “chispazos” temporales de oportunidad a la inversión bursátil únicamente, pero ahora, sin las grandes oportunidades de inversión en mercados americanos, al menos en el primer semestre de 2019.

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