JOSÉ URE├æA
Columnista José Ureña. del periódico 24 Horas Quintana Roo, el periódico líder del sureste

No era necesario.

Pero López Obrador dio un gran paso hacia el desmantelamiento de los dos supuestos principales partidos de oposición.

Le bastaron dos designaciones de gobernadores salientes: la del nayarita, panista descolorido, Antonio Echevarría y del sinaloense Quirino Ordaz.

La incorporación del primero puede verse a la luz de una larga relación.

Desde 1998 el entonces dirigente nacional del PRD pensó en Antonio Echevarría Domínguez para mandatario de Nayarit.

¿Cómo?

Con una alianza del PRD y el PAN concebida como fórmula para derrotar al PRI.

El operador actuó de manera impecable.

Ricardo Monreal, a la sazón gobernador de Zacatecas, habló, convenció y envió estrategas electorales para aupar a Echevarría Domínguez en 1999 con un apoyo adicional: Vicente Fox.

El cocacolero ganó, aunque con resultados nefastos porque luego llegó el priista Ney González para recuperar la entidad.

Seis años después, en 2011, el Gobierno de Felipe Calderón pretendía hacerse de nuevo de Nayarit y tentó al alcalde Roberto Sandoval.

Oferta calderonista vía su secretario particular Roberto Gil Zuarth: perdonarle la deuda y ayudarlo a hacer una buena administración.

Esta maniobra se enfrentó a otra: Humberto Moreira se impuso contra viento y marea a Ney González y postuló al ahora reo Sandoval por el PRI.

UNA ALIANZA DE 22 AÑOS

Hace seis años los Echevarría regresaron al poder estatal con una amplia alianza panista, perredista y lopezobradorista.

Antonio Echevarría García dejará Palacio de Gobierno con malos recuerdos para los nayaritas pero a cargo de Miguel ángel Navarro.

Es decir, la alianza Echevarría-López Obrador está vigente tras 22 años y hoy aquél exhibe cómo usó al PAN para sus ambiciones familiares y personales.

Diferente ambiente tiene Quirino Ordaz, quien se irá a España con la bendición, sin el apoyo o contra la voluntad de un PRI muy devaluado.

Con estos antecedentes de nada valen los berrinches, descalificaciones y amenazas de expulsión de Marko Cortés y Alejandro Moreno.

Palacio Nacional les ha desvencijado más sus partidos.

QUESILLO OAXACAQUEÑO

1.- Autoridades y trabajadores de salud de Oaxaca esperan el cumplimiento de la palabra.

El Gobierno federal se comprometió a absorber la nómina del personal y el mantenimiento de instalaciones.

Pero en víspera de cumplirse el plazo, no han recibido garantías de conservar su empleo y por ello han convocado a marchar hoy a cinco mil médicos, enfermas, camilleros y personal de apoyo, más familiares.

La respuesta corresponde al secretario de Salud, Jorge Alcocer, agobiado con la pandemia y los desatinos del subsecretario Hugo López-Gatell.

Y 2.- En ese sector, como en el magisterial, Oaxaca se juega la salud y la paz mantenida durante la administración de Alejandro Murat.

Mientras tanto, muchos aspirantes agitan las aguas políticas en busca de líquido para sus molinos partidistas y afanes gubernativos.

El senador Salomón Jara asegura haber superado la emergencia de salud y es especialista en polarizar, como lo demostró en Guerrero con Félix Salgado Macedonio.

A su vez, como La Martina, Susana Harp estaba sentada cuando le llegó la candidatura al Senado -cortesía de López Obrador- y ahora también sentada espera la candidatura para el año próximo.

Y Raúl Bolaños Cacho espera el pago por haber introducido el fallido transitorio para prolongar la presidencia de Arturo Zaldívar en la Corte.