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CANCUN, Q. ROO.- Con una inversión de 215 millones 637 mil pesos, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) pidió a universidades e institutos tecnológicos del país trabajar en el desarrollo de municiones, un sistema antiemboscadas y un radar de vigilancia aérea de tercera dimensión.

La investigación y desarrollo del prototipo del radar de vigilancia aérea 3D TPS-Camazot costará 133 millones 951 mil 937 pesos y tendrá un alcance de cobertura de 220 kilómetros, y se encargó a tres instituciones. Se espera que el sistema de vigilancia esté listo para febrero de 2026.

Los proyectos fueron canalizados al Centro de Investigación de Estudios Avanzados (Cinvestav), del Instituto Politécnico Nacional (IPN); al Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica, del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y a la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ).

Y para evitar emboscadas, se encargó el desarrollo de un sistema térmico de vigilancia terrestre para instalar en camionetas Cheyenne de doble cabina, al Instituto Tecnológico José Mario Molina Pasquel y Henríquez, de Zapopan, Jalisco, que por medios térmicos podría detectar posibles agresores.

También se solicitó a la Unidad Profesional Interdisciplinaria en Ingeniería y Tecnologías Avanzadas (UPIITA), del IPN, la creación de una “familia” de municiones menos letales calibre 40 milímetros, con capacidad de neutralizar pequeños drones y que tendrían un costo de 15 millones 940 mil pesos.

El Sistema Integral de Vigilancia Aérea (SIVA) ya es obsoleto, fue creado en 2004 por el Ejército y Fuerza Aérea mexicanos para detectar envíos vía aérea de droga y armas de los cárteles.

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Es por ello que las autoridades castrenses pretenden detectar y ubicar las aeronaves que ingresan por el Sureste mexicano.

Las áreas rurales de Quintana Roo, limítrofes con el país centroamericano de Belice, se han convertido en un dolor de cabeza para la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), que busca reforzar el SIVA, y por ello encargó desarrollar el prototipo de radar de vigilancia aérea 3D TPS-Camazot.

El último episodio (público) se registró el jueves 25 de noviembre: una avioneta descendió en el sur de Belice, cerca de la costa, en el distrito de Stann Creek. Se presume que transportó droga porque fue quemada; las autoridades creen que el alijo se descargó y los narcotraficantes escaparon por mar.

La Sedena pretende fortalecer la operación militar contra el tráfico aéreo de drogas y armas que proviene de Centroamérica y Sudamérica, huecos en el espacio aéreo mexicano que son aprovechados por los cárteles. Y eso es porque los equipos de detección existentes solo abarcan 32 por ciento.

Se pretende aumentar hasta cubrir el 68 por ciento restante “y tener control total de vigilancia, actualmente, el número de sistemas desplegados por el SIVA no es suficiente para una cobertura permanente al espacio aéreo nacional ante la incursión de vuelos clandestinos”.

Previamente, en septiembre de 2020, la Secretaría de Marina (Semar) y el Conacyt concluyeron el proyecto Tzinacan (Dios Murciélago en náhuatl), el primer radar de vigilancia aérea desarrollado en México, con el objetivo de vigilar las fronteras y diversas instalaciones estratégicas.

Su desarrollo tomó cuatro años, fue financiado mediante un Fondo Sectorial de Investigación y Desarrollo, y fusiona tecnologías 2D (marcación y alcance) y 3D (marcación, alcance y altitud) para la localización de objetivos aéreos. Es capaz de llevar a cabo detecciones hasta 73 kilómetros a la redonda.

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