ADRIAN TREJO

El coraje público que hizo ayer el presidente Andrés Manuel López Obrador provocó que cometiera dos errores diplomáticos que cualquier estudiante de relaciones internacionales captó:

Nombrar despectivamente como “santa inquisiciónÔÇÖÔÇÖ a una decisión soberana del Gobierno de Panamá que rechazó la propuesta de Pedro Salmerón como embajador mexicano y anunciar el nombre de su reemplazo sin haberlo comunicado por los canales oficiales.

Quizá al Presidente no le importen mucho las relaciones diplomáticas con Panamá y por ello decidió que en lugar de Salmerón la propuesta sea la controvertida -¿actriz, comediante, activista?- Jesusa Rodríguez.

Rodríguez es senadora suplente de la presidenta de la mesa directiva, la exsecretaria de Gobernación Olga Sánchez Cordero.

Dejó el escaño cuando Sánchez Cordero volvió al Senado.

Se le recuerda por la defensa que hizo del maíz nativo, sobre todo por las botargas de mazorca que llevó al Senado, que más bien parecían seres de otro planeta.

Activa promotora de la despenalización de la mariguana, Rodríguez es conocida por sus extravagancias y sus posiciones radicales a la hora de la política.

Quién sabe si la descortesía del presidente López Obrador con el Gobierno de Panamá al llamarlo “santa inquisiciónÔÇÖÔÇÖ haya tensado la relación con ese Gobierno o si la propia personalidad de Rodríguez y su postura en favor del uso lúdico de la mariguana en un país con una lucha feroz en contra del consumo de drogas desaten otro episodio tirante.

Lo cierto es que eso de la diplomacia ya se vio que no es el fuerte de López Obrador y que, más allá del conflicto con Panamá y su decisión soberana, el servicio exterior mexicano sigue padeciendo de cuotas y cuates.

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Luego de la caída del sistema (de aire acondicionado), los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación regresaron a la sesión que habían interrumpido el lunes para darle un batazo a la Constitución.

Siete ministros votaron en contra de la pregunta sobre revocación de mandato, más propiamente, por la extensión incluida por los senadores en la que se establece la continuidad del jefe del Ejecutivo.

Cuatro votaron en contra, entre ellos, sorpresivamente, el ministro Arturo Zaldívar, con lo que fue imposible modificar la pregunta.

No extraña el sentido de los votos de tres ministros propuestos por López Obrador.

Lo que extraña son los argumentos que presentó Zaldívar para justificar el sentido de su voto, como por ejemplo que restringir la pregunta a lo que establece la Constitución atentaría contra los derechos humanos de quienes votaron a favor de la consulta de revocación considerando la pregunta completa.

Si se recortaba “generaría confusiónÔÇÖÔÇÖ porque muchos mexicanos no distinguen o no comprenden el sentido de “revocaciónÔÇÖÔÇÖ.

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No, pues sí.

Al final, la pregunta será tramposa porque la gente pensará que está votando por una ratificación.

Y ese no es el problema, el problema es cómo se interpretará el predecible resultado en Palacio Nacional.

No vaya a ser.

Durante la primera sesión de la Cámara de Senadores, el ambiente de la discusión entre los legisladores fue subiendo de tono a tal grado, que la presidenta de la mesa directiva, Olga Sánchez Cordero, ordenó que los medios de comunicación abandonaran la sala.

Dicen que la recomendación fue hecha por el secretario técnico de la mesa, Publio Rivera, pero sin duda que le ganaron los nervios a la ex secretaria de Gobernación que aparentemente no quería testigos del pleito.

Fue el propio Ricardo Monreal quien rectificó la decisión y los reporteros, camarógrafos y fotógrafos no fueron desalojados.

 

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