El mítico cineasta francés Jean-Luc Godard, uno de los padres de la Nouvelle Vague, murió «de manera apacible» este martes a los 91 años en su domicilio en la pequeña comuna de Rolle en Suiza, indicó su familia en un comunicado.
«El cineasta Jean-Luc Godard falleció el 13 de septiembre de 2022, anuncian su esposa Anne-Marie Miéville y sus productores. No habrá ninguna ceremonia. Jean-Luc Godard falleció de manera apacible en su domicilio rodeado de sus seres queridos. Será cremado», indicó el breve comunicado transmitido a la AFP.
Este maestro del cine, amante de las provocaciones públicas y huraño al mismo tiempo, es autor de obras emblemáticas como «Sin aliento» (1960) o «El desprecio» (1963).
El anuncio tendría que haberse hecho dentro de «dos días», explicó el consejero jurídico y fiscal de la familia, Patrick Jeanneret, a la AFP. Pero el comunicado tuvo que ser escrito a toda prisa a raíz de la filtración en la prensa de la información.
«Fue como una aparición en el cine francés. Luego se convirtió en un maestro. Jean-Luc Godard, el más iconoclasta de los cineastas de la Nouvelle Vague, había inventado un arte resueltamente moderno, intensamente libre. Perdemos un tesoro nacional, una mirada genial», reaccionó en Twitter el presidente francés, Emmanuel Macron.
– Rodar como respirar –
«JLG», como también se le conocía en Francia, rehusaba los honores, que fueron muchos en su dilatada carrera: premios en los principales certámenes cinematográficos del mundo, y galardones honorarios de la Academia de los Óscar, la Academia francesa o el Festival de Cannes.
Vivía desde hacía años en el pueblo de Rolle, a orillas del lago Leman, en compañía de su esposa.
Es autor de frases inmortales, como «el cine no escapa al paso del tiempo. El cine es el paso del tiempo» y de planos fascinantes, como Brigitte Bardot conversando desnuda encima de la cama. O Jean-Paul Belmondo paseando con Jean Seberg en los Campos Elíseos.
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Nacido el 3 de diciembre de 1930, Godard empezó como crítico de cine en la famosa revista «Cahiers du Cinéma». Cuando empuñó la cámara de rodaje ya tenía las ideas claras: había que acabar con el clasicismo que había inundado de nuevo al cine francés tras la Segunda Guerra Mundial.
«Sin aliento», la película de 1960 que lo encumbró, utilizaba los travellings, la música de manera innovadora. Era su primera obra y con ella ganó un premio en el Festival de Berlín.
Pero eso era tan solo el principio, junto a otros jóvenes directores como François Truffaut.
«Godard es el cineasta más grande» aseguraba este último. «No es el único que filma como respira, pero es el que respira mejor».
Inspiró a generaciones de directores, como el estadounidense Quentin Tarantino, que bautizó su productora «Bande à Part».
Pero hasta su muerte «JLG» buscó siempre la provocación y la experimentación, sin buscar la unanimidad. Alternó películas para expertos junto a éxitos de taquilla.
– La pesada herencia política –
A partir de los años 1980, el hermetismo le fue ganando, y sus últimas obras, como la monumental «Historia(s) del cine», presentada mediante cuatro volúmenes y una película, eran más bien collages de imágenes y sonidos.
Era un artista que se casaba con las actrices que dirigía y luego las abandonaba, que conseguía cancelar un festival (el de Cannes) para unirse al alboroto en las calles (en 1968), que filmaba y luego editaba sin seguir ningún consejo.
Sus compromisos políticos dejaron una pesada herencia de incomprensión, como su adhesión a la Revolución Cultural china, que causó millones de muertos en los años 1960.
Esa década fue su época más fértil. Hizo películas de gran éxito como «Pierrot el loco», pero también pequeños cortos de tres minutos de duración que son panfletos de propaganda.
Exaltado partidario de la causa palestina, realiza con Anne-Marie Miéville, «Aquí y en otro lugar» (1976), documental en el que compara a los judíos con los nazis, suscitando escándalo.
Luego enojará al papa Juan Pablo II con «Yo te saludo María» (1984), en la que la Virgen aparece desnuda en la pantalla.
A partir de los años 1980 Godard se fue aislando en Suiza. El contacto con el mundo del cine y las celebridades se fue haciendo más esporádico.
Godard volvía así a los paisajes que vivió cuando era niño. Era de familia adinerada, pero sus padres divorciaron y él tuvo una adolescencia difícil, en Lausana.
Se escapó en cuando pudo a París, donde vivió como bohemio antes de entrar en el cine.
Al final de su vida, en 2018, Cannes le otorgó una Palma de Oro «especial» que no fue a recoger. Como tampoco lo hizo con otros galardones.
En una ocasión dejó dicho su epitafio: «Jean-Luc Godard, al contrario».
Con información de 24 Horas Nacional
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