El biólogo Roberto Herrera, en colaboración con la comunidad local de Mahahual, idearon, construyeron e instalaron una barrera artesanal para contener el sargazo. El esfuerzo no es suficiente y pide más atención gubernamental ante un fenómeno de extremas proporciones.
“Esas barreras se hicieron por parte de la comunidad de Mahahual. Y cada uno de los actores acá, hoteleros, lancheros, los que viven en la mera orilla, los que pudieron, juntaron dinero para la barrera, que se puso, desde el muelle fiscal hasta el hotel Mahahual”, comentó el biólogo.
“Se hizo con palo de monte y mosquitero. El mosquitero evita que pase el sargazo y que resbale hasta la zona de castigo, donde se acumula y ya se puede recoger”, detalló.
Al menos en esta temporada, comenta, les funcionó la operación y evitó que llegara en la magnitud y volúmen de otros años.
“En abril se empezó a poner. Realmente amortiguó bastante. Se mantuvo aunque sea esa parte libre de sargazo”, dijo.
Una vez en la “zona de castigo” es el municipio el encargado de recolectarlo y trasladarlo al sitio de disposición final.
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Hacen barrera artesanal contra el sargazo
Sin embargo, aún falta apoyo, para poder recolectar el sargazo en altamar y evitar que llegue, también para su recolecta en la playa y para las barreras que se pueden instalar al sur del muelle, hasta ahora zona desprotegida.
La zona sur de Quintana Roo no ha sido atendida como la norte, donde se concentran la mayoría del volumen de turistas y hoteles del estado.
En el norte se ha destinado equipo y personal a la recolecta y en Mahahual o Xcalak, no tanta.
Incluso, en el norte se ha instalado una planta procesadora de sargazo, que convierte la macroalga en fertilizante.
En 2015 arribó, por primera vez y de manera masiva, el sargazo al Caribe mexicano. Las miles de toneladas de la macroalga se acumulaban en las playas y las costas o en los basureros municipales o tiraderos clandestinos, hasta la reciente aparición de una planta procesadora que aprovecha todo el material para hacerlo fertilizante, localizada sobre la Carretera 307, en la frontera entre Cancún y Puerto Morelos.
Fue una empresa mexicana, Dianco, la que dio con la solución al problema, con una planta para convertir el sargazo en fertilizantes orgánicos sólidos y líquidos, que ya ha despertado interés en en el mercado agrícola y que empezó a operar desde julio pasado.
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