Siete Veces Adiós es una obra de teatro que hace sentir cosas mágicas, hay una magia particular en cada presentación que se proyecta del escenario hacia los espectadores y de cada butaca hasta los actores, es una energía –no puede nombrarse de otra manera–, que no se describe, solo se disfruta y se lleva en la memoria.

Así es como Gustavo Egelhaaf describe la puesta en escena Siete Veces Adiós, a la cual regresa para un par de presentaciones especiales a lado de Fernanda Castillo, con quien complementa el elenco original con el objetivo de traer de regreso la magia a sus vidas y cerrar el año con un proyecto tan significante en sus carreras.

Gustavo comentó en entrevista con 24 HORAS que “este proyecto marcó y cambió mi vida y mi carrera, siempre la defino como un parteaguas y cuando la dejé no lo sentí, creo que me había acostumbrado de cierta manera a ella, a los ensayos, a ver a la producción, dar funciones y demás”.

“Cada función era sin igual pero, incluso, eso no me era ajeno ya, así que de repente un día me di cuenta que ya no está ahí y la extrañé de alguna manera, pero debía seguir con mi carrera y con mi vida, tuve nuevos proyectos pero desde luego no es lo mismo. Es curioso porque es una analogía de lo que es la obra”, contó entre risas el actor.

Siete Veces Adiós es la historia de “Ella” y “Él”, una pareja al borde de la crisis de los siete años que aprovecha el momento para replantear el rumbo de su relación y su vida. Alrededor de ellos está un grupo de artistas que inspirados en la pareja crearán canciones de amor, desamor y esperanza para acompañar ésta y todas las historias. El puente que une ambos universos es “Lamore”, la personificación del amor mismo y narrador de la obra

“Estoy seguro que la obra se lleva tan bien con los espectadores porque tiene la capacidad de llevarlos a formar parte de la historia, es decir, la mayoría de las historias de amor nos permiten transferir nuestros nombres a ellas y ya sea una película, una canción, un libro o como en este caso una obra de teatro, podemos sentir, tenemos risas, llantos, evocamos recuerdos y todo eso que nos hace volver nuestra una historia ajena que no precisamente tiene las situaciones exactamente iguales, pero tratamos de encontrarlas, y ese desigual un poco la intención de que lo nombres de los personajes sean solo pronombres genéricos; jugar con los espectadores”, argumentó.

Esta obra marcó no solo a Egelhaaf, sino a todo el elenco pues asegura que cada uno se lleva un recuerdo de ella.

“Todos nos hicimos un tatuaje en alusión a la obra, nunca me había hecho uno por algún proyecto, creo que todos le invertimos el cuerpo y el alma entera y por eso es tan buena; cuando me propusieron hacer unas funciones especiales ni lo pensé, ensayar es algo raro pero es completamente disfrutable, y cada vez es diferente a la anterior, justo como presentarlo al público. Por eso amo al teatro, nunca una función será igual a otra”.

Actualmente es protagonizada por Paulette Hernández y Pierre Louis en los roles principales y asegura su colega que la obra es buena en sí y que con ellos es igualmente fenomenal.