Adelantarse a tus competidores: el verdadero inicio de los dominios
Adelantarse a tus competidores: el verdadero inicio de los dominios

Cuando comenzaron a aparecer los “.com”, a mediados de los noventa, generó un importante revuelo en todas las empresas que sentían alguna especie de atracción por la revolución de Internet. Lo que se veía venir era un panorama globalizado como nunca, gracias a la red. Lo que no se sabía, era la potencialidad de los nombres de dominios que iban a formar parte de este nuevo mundo. Los que se anticiparon y vieron este momento como una chance, salieron victoriosos de su apuesta. Allí nos guiaremos hoy, a los inicios de la disputa legal por los dominios. Una temática tan actual que resulta casi imposible de entender como tardó tanto en desatarse.

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Desde ese momento, cuando se desató una fiebre por los dominios, que existen guerras o persecuciones legales entre distintas partes que buscan registrar un mismo dominio. Muchos intentaron aprovecharse de este ÔÇÿmomentumÔÇÖ, para sacar algún rédito económico o provecho publicitario. En los inicios, muchos militantes de la digitalidad, vieron una chance importante en el registro de dominios de palabras o nombres genéricos, básicos. No se sabía que iban a generar a futuro, pero fue una apuesta segura ya que se sabía que a futuro iban a tener consigo alguna ventaja sobre otro participante de la red que quisiera ese mismo nombre de dominio. Si estás interesado en profundizar en el tema y saber más de precios, puedes ver más información acerca de registro de dominios en nominus.com.

Como toda situación de especulación financiera, trae consigo un desequilibrio económico posterior que afecta negativamente a una parte. En este caso, a la empresa o sujeto que llegó tarde y que requiere de ese nombre sí o sí para llevar adelante su negocio u objetivo. Desde ese momento, casi 30 años atrás, ya comenzaban a aparecer mercados de compra-venta de nombres de dominio. Lo que no se sabía era que esa disputa, esa problemática, iba a mutar de tal forma, tan generalizada hasta llegar a magnitudes incontenibles.

La primera pista que tendríamos que haber visto para visualizar lo que iba a ser ese debate a futuro, se dio en torno a los nombres propios. Diversos investigadores de la red, comenzaron a registrar dominios de nombres propios. No importa cuál sea. En realidad sí. Los nombres y apellidos de atletas famosos o celebrities, cotizaban en bolsa. Luego, ese fenómeno roto hacia palabras que remiten a ciertos conceptos que se sabía que iban a tener una expansión global en la red. Estamos hablando de palabras como “turismo”, “viajes” u “hoteles”. Especialmente en inglés, pero también en otros idiomas, esos dominios duraron muy poco en el marketplace. Muchos de esos dominios se vendieron a posteriori, en cifras incomprensibles. Estamos hablando de más de 30 millones de dólares. Claramente, el que supo apostar por el caballo ganador, se llevó un gran premio a casa tan solo algunos años después.

No sólo particulares con ganas de realizar inversiones y apuestas, participaban de este “juego”. Comenzaron a abrirse compañías especializadas en el tema que compraban y vendían grandes cantidades de nombres de dominios. La mayoría de estas últimas eran fundadas y llevadas adelante por programadores. En ese momento, no había mucha gente con información sobre Internet. Por lo menos no como ahora. Es por eso que los pocos que conocían los aspectos de la red, se pudieron adelantar. Algunos dominios hasta se alquilaban con rentas de meses o años.

Fue tal la desesperación por el registro indiscriminado de dominios, que llegó un momento en el cual cualquier palabra de interés general, era registrada como dominio. Aún así, no se veía venir lo que estaba por suceder.

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Hace unos años entró en disputa el carácter legal del registro de los nombres de dominios. ¿Qué quiere decir esto? Muchas compañías comenzaron a acusar a algunos privados u otros emprendimientos menores, de querer beneficiarse del nombre propio de la multinacional como carácter publicitario. Muchos usuarios registraron ciertos nombres propios de algunas empresas reconocidas mundialmente y que hasta ese momento no contaban con página de internet. De esta manera, a la hora que quisieron hacerlo, dicho nombre no estaba disponible. Muchos optaron por negociar la compra, lo cual llevó a cifras estratosféricas. Otros, optaron por llevar la batalla al ámbito de lo tangible, a lo que dicen las constituciones. El problema, es que la mayoría de las constituciones no estaban lo suficientemente modernizadas como para incluir aspectos digitales, fugaces, dentro de la ley. Es por eso que en muchos momentos, la ley encontraba límites desacostumbrados en los juicios o las disputas legales. Allí nació el nombre de ciberocupación, concepto que retrata la intención de beneficiarse de la utilización de un dominio que no nos pertenece, para sacar un rédito económico; un rescate, una recompensa.

Poco a poco, las leyes digitales de los países desarrollados, las cortes, los jueces, los abogados y las políticas, se fueron modernizando. De a poco van incluyendo nuevos reglamentos para evitar más “vacíos legales”, que eran una constante en las luchas de este tipo. Hasta la misma internet ha encontrado solidez en su mercado de dominios, y hoy en día cuentan con un reglamento severo a cumplir. Así y todo, existen algunas situaciones por mejoras, otras por reveer y siguen y seguirán existiendo estas luchas; sólo que ahora sucederán menos espontáneamente.

 

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