ALBERTO LATÍ
Resulta demasiado costoso traer de vuelta a la Liga Mx a los mexicanos que han decidido terminar su etapa europea.

Otra manera de boicotear, otra dimensión de boicot: permitir que los atletas de tu nación acudan a un evento deportivo bajo el abrigo de un régimen o gobierno con el que tienes diferencias, mas buscar otra forma de protesta ante el mismo.

Boicot diplomático

Estados Unidos le ha llamado boicot diplomático: sí habrá representación atlética estadounidense en los Olímpicos invernales de Beijing 2022, con bandera estadounidense y, en caso de medalla de oro, himno estadounidense. Sin embargo, ninguna autoridad política de este país estará presente.

Un nivel de boicot que durante la Guerra Fría habría pasado del todo desapercibido, recordando cuanto sucedió en ese sentido entre los años cincuenta y ochenta. Tras semanas antes de los Juegos de Melbourne 1956, se desató la crisis del Canal de Suez, tropas británicas y francesas interviniendo en Egipto, motivo por el cual varias delegaciones árabes dejaron de participar en esa justa.

Coincidentemente, por esos días tanques soviéticos invadían la capital húngara, Budapest. Ahora en protesta porque el Comité Olímpico Internacional no inhabilitó a la URSS, países europeos como España, Holanda y Suiza cancelaron su registro.

Así llegamos a los ocho años más oscuros en esta materia. Montreal 1976 no contó con 34 naciones, casi todas africanas. Su molestia derivaba de que Nueva Zelanda no tuviese sanción luego de que su equipo de rugby viajó a la Sudáfrica del apartheid para unos partidos.

Esto elevó más en Moscú 1980. A 7 meses antes de la apertura, la Unión Soviética ocupaba Afganistán. Como consecuencia, 66 países, encabezados por Estados Unidos, decían no a los Olímpicos rusos.

Cuatro años más tarde, los soviéticos devolvían la afrenta. Boicot a Los ángeles 1984 junto con 17 delegaciones comunistas más.

Lo último fue en Seúl 1988, cuando en solidaridad con Corea del Norte (enemiga de la anfitriona, Corea del Sur) se ausentaron Cuba, Albania, Etiopía y Nicaragua.

Vale la pena aclarar que en la antigua Olimpia ya hubo boicots. Hay testimonios de que hacia el año 420 a.C., los espartanos se negaron a competir en represalia contra los elidios, habitantes precisamente de Olimpia, que se habían aliado con sus enemigos atenienses: boicot para no legitimar la conducta de los locales, sabotaje de su evento.

Una práctica que en estos tiempos vuelve de otra manera, muy descafeinada si se compara con la anterior: boicot diplomático. Su lógica sigue un punto muy relevante. No cargar con el costo político de prohibir a una generación de tus atletas ser olímpicos, aunque dejar para los registros tu descontento con alguna medida.

Si la administración Biden tuvo tentaciones de boicotear Beijing 2022 por temas de derechos humanos, el caso de la tenista Shuai Peng, desaparecida varias semanas tras revelar que abusó de ella un ex vicepresidente chino, reactivó el choque.

Si en adelante los boicots ya van a ser así, mejor para el deporte. Lo que es de los políticos que sólo afecte a los políticos.