Adrián Trejo
Adrián Trejo

La divisa del poder
Por: Adrián Trejo
Correo: engranev@yahoo.com.mx // Twitter: @adriantrejo

Nunca se le ve, y cuando aparece pierde de vista el mensaje principal por privilegiar sus concepciones ideológicas, sus filias y sus fobias.

La muy cuestionada directora del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), María Elena álvarez-Buylla, tuvo sus 15 minutos de fama en la conferencia vespertina sobre el avance de la pandemia y los echó a la basura.

Su único trabajo -único-, era anunciar que el Conacyt, en colaboración con algunas empresas, produciría 700 respiradores mecánicos que estarían listos el 15 de mayo.

Nada más.

Pero en ese afán de agradar o de empatar a como de lugar los hechos con el discurso de López Obrador, álvarez-Buylla justificó la tardanza del Conacyt en la incorporación al combate al coronavirus al hecho de que en la administración pasada se aplicó un modelo de “ciencia neoliberalÔÇÖÔÇÖ.

¿Qué es, según la especialista, la “ciencia neoliberalÔÇÖÔÇÖ?

La que nos produce dependencia tecnológica, reduce nuestra eficiencia e innovación (como país), abandona la ciencia básica y no cuenta con el apoyo del sector privado.

El asunto es que no solo se quejó del modelo neoliberal aplicado a la ciencia, según ella, en México sino que se siguió con Estados Unidos para ejemplificar en fracaso del modelo neoliberal.

Aseguró que Estados Unidos dedica el 2% de su PIB al desarrollo de la ciencia y la tecnología y “ni asíÔÇÖÔÇÖ han podido controlar el brote de coronavirus en su territorio lo cual, siempre según ella, es el más claro ejemplo de la derrota del modelo neoliberal.
¿De verdad hacía falta el intento de adoctrinamiento en una sesión pensada simplemente para que anunciara que habrá asistentes mecánicos de respiración creados por mexicanos con tecnología local?

¿O de plano ven tambalear el modelo de la 4T que todos los funcionarios tienen la obligación de repetir, una y otra vez, su “asquitoÔÇÖÔÇÖ al neoliberalismo?

En esas manos está la promoción de la ciencia en el país.

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Desde el 5 de abril pasado el INE, que dirige Lorenzo Córdova, se quedó con siete consejeros.

Los cuatro que cumplieron su periodo se fueron, pero la emergencia sanitaria impidió que la Cámara de Diputados concluyera el proceso de selección de sus relevos.

De hecho el proceso avanzaba conforme al calendario y fue suspendido en la etapa en la que de los cientos de aspirantes solo quedaban 60, de los cuales saldrían cuatro quintetas que serían votadas en el pleno.

No hay fecha para la reanudación de la selección; el periodo ordinario de sesiones termina el 30 de abril y a partir de esa fecha tendría que comenzar a sesionar la Comisión Permanente.

Salvo que a algún genio se le ocurra argumentar “que el reloj parlamentarioÔÇÖÔÇÖ, esa jalada que se inventó Beatriz Paredes, fue el que se detuvo y que el periodo ordinario concluye dos meses después.

A los siete consejeros en funciones les corresponderá resolver, nada más y nada menos, el tema del registro de los nuevos partidos políticos, que seguramente también será pospuesto por unas semanas.

Pero no muchas, porque el calendario electoral no se detiene.

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Empresarios, líderes de partidos políticos, ONGÔÇÖs y todo aquel que tiene alguna representatividad social, pidieron al presidente López Obrador concertar un pacto por México para evitar un deterioro mayor de la economía, de la política, la seguridad y social en el país.

Parece ser una petición en el desierto, porque ya sabemos que al Presidente eso de los pactos no se le da.

¿Será la cruda realidad la que termine por convencerlo?

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