Las crisis migratorias también impulsan sectores como la construcción y la tecnología. Gobiernos de países destino, como Estados Unidos, en América; o Grecia, en Europa, usualmente más conservadores, creen que hay una solución en las barreras fronterizas, en los muros, en la videovigilancia.
Abordemos el segundo caso. En Grecia, cañones de sonido (aparato acústico de largo alcance que reproduce el sonido de la sirena a alto volumen) fueron colocados al sur y el norte del río Evros.
Este marca la frontera terrestre con Turquía, para disuadir a migrantes de cruzarlo.
Grecia compró este material ultramoderno tras el flujo de migrantes que se produjo en febrero de 2020.
En ese entonces, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, anunció que dejaría pasar a los migrantes que quisieran entrar en la Unión Europea.
Decenas de miles de refugiados se dirigieron entonces a Grecia, donde hubo incidentes durante varios días.
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Grecia levanta el muro
El muro mide 5 metros de altura, comenzó su construcción en octubre de 2020 a lo largo de 27 kilómetros, aunque actualmente ya alcanza 40 kilómetros de largo, y está hecho de vigas de acero con 8 torres de vigilancia.
Drones y cámaras avisan antes de que lo quieran escalar o cruzar, y el presupuesto con el que contó originalmente fue de 62.9 millones de euros.
Para entender mejor el conflicto geopolítico, cabe recordar que Turquía es la llave de entrada a Europa para miles de migrantes sirios y africanos, y la Unión Europea (bloque de 27 países) lo sabe. Desde 2016 se cerró un acuerdo con el gobierno turco para que ellos atendieran a los refugiados en su suelo, y así evitar que los africanos cruzaran el mar Egeo y llegaran a Grecia.
El pacto redujo en 90% la cantidad de personas que cruzaban la frontera e influyó para que Turquía se convirtiera en el país del mundo con más refugiados sirios, con 3.6 millones; el primero es Líbano, con 915 mil.
Pero la guerra en Siria y el repunte de los ataques en la región del norte Idlib -desde diciembre de 2019-, marcaron un giro. Ahora, Turquía usa la presión de los migrantes abriendo sus fronteras con Grecia para que Europa lo respalde en las confrontaciones que sostiene contra el gobierno sirio de Bashar al-Asad y su aliado, Rusia. Y por ello Grecia tomó medidas drásticas.
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