Cuando un grupo de indígenas salió en enero de 1994 a declararle la guerra al Ejército de México, y los políticos de izquierda, incluido el actual Presidente, buscaban una foto con el encapuchado guerrillero y poeta, una de las principales demandas era el sacar de la marginación y el olvido a nuestros pueblos indígenas.

La semana pasada en este espacio platicamos de las posibilidades de que se estuviera gestando una tregua de facto entre el Gobierno federal y las bandas del crimen organizado, específicamente en Sinaloa.

Nicolás Maduro ya no tiene amigos. Realmente nunca los tuvo. Es muy difícil ser compañero de viaje de un sátrapa del tamaño de Maduro.