¿Y si no llegas a tiempo qué va a pasar conmigo? ¿Qué va a pasar si tú te contagias, quién me va a cuidar? ¿Y si te enfermas qué tanto riesgo tienes de morir? Son algunas de las preocupaciones excesivas que los niños de preescolar han mostrado en este regreso a clases.
Separarse de la casa tras un año y medio de estar encerrados e iniciar una nueva rutina de escuela ha sido una tarea difícil para niños y adolescentes quienes han presentado una fuerte carga emocional que afecta su salud física y psicológica.
Al respecto, la doctora María Teresa Monjarás Rodríguez , asegura que para los adolescentes es importante relacionarse con sus pares para tener una buena convivencia. Sin embargo, el cierre de las escuelas provocó que muchos presentarán esa dificultad para tener de nuevo contacto físico y mejor optan por el aislamiento.
La también experta en estrés cotidiano y afrontamiento en la niñez y adolescencia, señaló que a nivel físico se han presentado varias afectaciones en adolescentes por una interrupción de clases presenciales como una mala alimentación, reducción en el ejercicio físico, una alteración en sus hábitos del sueño, aburrimiento y un aumento considerado en el uso de aparatos electrónicos.
En tanto, en cuestiones académicas también se han visto afectados debido a que algunos no cuentan con un red de internet o el equipo para tener una educación a distancia y otros, en cambio, no tienen a un guía que los ayude a reforzar el aprendizaje adquirido, en especial en preescolar.
“La ansiedad y la depresión se encuentran solo en algún porcentaje de la población en adolescentes y preescolares”, aclaró.
En preescolares también hay problemas de sueño, tendencia al llanto, cambios de apetito y de conducta, se sienten tristes y no tienen ganas de hacer ciertas actividades.
“Muchos padres quieren que sus hijos regresen a las aulas debido al retraso académico, otros no por el riesgo sanitario. Sin embargo, de ser así los padres se sentirían menos estresados al ya no estar cuidándolos las 24 horas del día. Es importante que le enseñen a sus hijos cómo afrontar los problemas, si ellos se estresan lo más probable es que los niños lo vean y también lo hagan el día de mañana”, indicó.
Recomendó a los tutores estar atentos a las necesidades de sus hijos, escucharlos, mantener la calma, dar explicaciones breves y claras, promover estrategias de afrontamiento adaptativas, manejar la ansiedad previa y reforzar medidas de protección como el uso de cubrebocas y el lavado de manos.
La maestra Laura Hernández Trejo de la Facultad de Psicología, expresó que los niños manifiestan su ansiedad por medio de síntomas como dolores estomacales, que lloren más porque no pueden expresar sus preocupaciones verbalmente, irritabilidad, un estado de ánimo bajo y aislamiento.
Por ello exhortó a los padres de familia a hacer un espacio para hablar con los hijos acerca de sus sentimientos por medio de preguntas como: “¿Qué onda cómo estás? ¿Cómo te la estás pasando? ¿Alguien o algo te está molestando? ¿Tu regreso a clases no te gusta? está bien no sentirse bien siempre y eso no nos hace un caso extraño”.
Otros de los síntomas que pueden llegar a presentar los niños son: un ritmo cardíaco acelerado, un temblor en sus manos, enrojecimiento en la cara, sudor excesivo, náuseas, estrés, que de repente estén tranquilos y súbitamente se muestran enojados en señal de que no están pudiendo resolver todos los problemas que tienen.
RECURSOS
“La ansiedad y la depresión se encuentran solo en algún porcentaje de la población en adolescentes y preescolares”, María Teresa Monjarás Rodríguez
En preescolares hay problemas de sueño, tendencia al llanto, cambios de apetito y de conducta, se sienten tristes y no tienen ganas de hacer ciertas actividades.
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