Por Alberto Lati
Twitter: @albertolati

El Balón de Oro que pretendía ser de la inclusión, de la apertura, del respeto, al fin de igual consideración a hombres y mujeres futbolistas, terminó por mancharse con un comentario que parece propio de otra era ÔÇôaunque, ciertamente, si sucedió en pleno 2018, es porque todavía corresponde en prejuicios, cosificación y bromas de Mancha sexista sobre el Balón de Oropésimo gusto, a la nuestra.

El mejor momento (o uno de los mejores) en la carrera de la jugadora noruega Ada Hegerberg, gran estrella del Olympique de Lyon tricampeón en la Champions League, se vio mancillado por un comentario preguntándole sobre si sabe hacer twerking, cuando más bien había que preguntarle sobre su carrera, su esfuerzo, su inagotable sed de títulos, su portentoso talento, sus inspiraciones. Todo eso, en plena gala del Balón de Oro, con el mundo entero como testigo.

Cada mujer, como cada hombre, tiene derecho a bailar lo que mejor le plazca y cuando le plazca, pero hablarle a una deportista sobre mover el trasero, cuando se le homenajea por sus goles y su contribución al futbol, es tan absurdo como si a Luka Modric se le hubiese consultado sobre si canta reguetón o baila en un tubo.

¿Por qué sexualizar? ¿Por qué tratar diferente? ¿Por qué vincular ipso facto la noción de una mujer con movimiento sexis? ¿Por qué asumir que ella, que nos ha complacido con su espléndido juego, está ahí para complacernos con la vista de determinado paso?

Cuando pensamos que damos un par de pasos adelante, vemos que los volvimos a retroceder. Ada Hegerberg, la gran ganadora de la noche junto con Modric, hoy tiene mayor recordación por su rostro indignado ante el desagradable comentario, que por el común de sus goles.

No hace falta ir por la vida de pincitas, con tacto quirúrgico para no ofender, como muchos han querido insinuar en redes: hacen falta sentido común y respeto; hacen falta, sobre todo y mucho antes que modales, valores despojados de telerañas y sexismo. Quien cree en algo o piensa de determinada forma, no requiere de disimulo alguno. Simplemente se expresa como debe porque su mente opera así, libre de estigmas discriminatorios.

Para ser simpáticos, hay numerosos caminos, siendo evidente que éste no lo era y que el futbol (como el común de los rubros) tiene un larguísimo proceso que seguir. Es espléndido que el Balón de Oro al fin se haya concedido a exponentes femeninas del futbol.

Espléndido, sí, aunque tardío. Es terrible que su primera entrega vaya a ser recordada por un comentario de la era de la piedraÔǪ, o, más bien, y eso es lo lamentable, de la era actual, que de otra manera no hubiese sucedido.

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