Para los hombres que cometen delitos menores solo existe castigo punitivista como la cárcel, pero se debe cambiar el paradigma a uno preventivo del delito, donde si se comete una conducta menor se eduque y sensibilice para evitar que, en un futuro, reincida y escale hasta la delitos de alto impacto, comentó Mónica Franco, investigadora criminológica, adherida al Observatorio de la Gobernanza para la Cooperación y Desarrollo.
“Las adicciones y consumo de alcohol han detonado violencias, en especial en el periodo de pandemia. Este estrés ha generado mayor consumo de alcohol en los hogares. Para pensar en políticas de prevención hay que tomar en cuenta el tema de las adicciones. No hay suficientes campañas y acciones en contra de las adicciones en el estado. Tenemos Unemes Capa (Unidades Médicas Especializadas en Centros de Atención Primaria en Adicciones), que son servicios estatales, pero están rebasados.
No hay hospitales para atender las enfermedades mentales. Y lo que tenemos a la mano son los centros de integración juvenil. En general, la capacidad de atención que está generando la violencia familiar y otros problemas está limitada Mientras haya consumo de alcohol y droga, vamos a tener violencia familiar”, dijo.
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Urgen cambiar paradigma de prevención del delito
Otro aspecto es que se trabaja poco sobre los agresores, aseguró.
“Casi todo el sistema está volcado a la atención de las víctimas. Entonces se ve qué se hace con la mujer, a dónde se lleva, pero cuando identificamos al agresor, lo único que tenemos es cárcel y nada más. Y una sentencia si el juez se acuerda de mandarle medidas reeducativas. Pero no estamos trabajando con los hombres que son primodelincuentes, que incurren en violencia familiar, en conductas menos graves que otros casos, de estos que insultan, amenazan. Estos que cometen grados menores de violencia deberían de estar tomando atención psicológica”, opinó.
“Tenemos que captar toda esa gente y, en vez de una multa, canalizarlo a atención a las adicciones, reeducación en temas de nuevas masculinidades, de la no violencia, la solución pacífica de conflictos. Eso es lo que todavía cojea en Quintana Roo, que no se enfoca en los generadores de violencia”, dijo.
Ricardo Hernández
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