Conciertos para pacientes con demencia

A diferencia del famoso concierto de Año Nuevo y otros espectáculos en Viena, los espectadores de un nuevo ciclo de conciertos especialmente adaptados para personas con demencia sí tienen derecho a levantarse, pasear y hablar.

“La gente puede dejarse llevar, bailar, cantar, lo que permite sentir la música mucho más intensamente”, dice Andreas Trubel, un ex informático de 67 años, tras escuchar su tercer concierto del ciclo, llamado Souvenir.

Esta serie de seis conciertos, fue especialmente pensada para personas con demencia y es única en Austria, según el Musikverein de Viena, que alberga varias salas de conciertos.

Junto con docenas de personas, Trubel escuchó esta semana obras clásicas de Schubert, Schumann y Brahms, así como villancicos navideños interpretados por un trío polaco.

Trubel, que padece trastornos neurocognitivos y participa activamente en una red de autoayuda, dijo que le gustó “el estilo relajado”, la proximidad a los músicos y el hecho de que el concierto solo durara una hora.

El ciclo Souvenir aspira a que las personas con o sin demencia “se sientan bienvenidas”, dice el director del Musikverein, Stephan Pauly. Por eso hay espacio entre las hileras para facilitar el movimiento, incluso con sillas de ruedas, y no existe un protocolo formal.

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“Todo está permitido, todas las reacciones están permitidas y son bienvenidas”, apunta Pauly.

El ciclo es un “gran éxito” y representa una “fracción muy hermosa y muy importante” de los 800 conciertos anuales en el Musikverein, agrega. Para la próxima temporada hay previstos más espectáculos de este tipo.

“Con un estadio avanzado -de demencia-, la gente sigue siendo receptiva a la música, porque está conectada con distintas áreas del cerebro”, explica la profesora de música y moderadora del concierto Veronika Mandl.

“La música es memoria, una emoción, una conexión con diferentes cosas”, apunta tras haber investigado “mucho” para idear un programa con música que los espectadores puedan reconocer.

Todos los asistentes han recibido una formación especial para saber cómo hacer que las personas con demencia se sientan más cómodas, como cuando una espectadora no paraba de murmurar y la llevaron a un lugar un poco más alejado para darle espacio.

Iris Krall-Radulian, la cuidadora de una residencia de ancianos y música de formación que acompañó a un jubilado, explica que muchos espectadores ya iban a conciertos antes de padecer demencia.

“Sabemos que esto tiene un impacto enorme. Son mucho más felices y se sienten vivos” después de las funciones, afirma.

Con información de: 24 Horas Nacional

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