El sitio arqueológico de Chakanbakán, ubicado cerca de la comunidad de Caobas, es uno de los más grandes en la zona sur, rivaliza con Ichkabal en importancia histórica, de ahí que se enfoquen los esfuerzos para su restauración y apertura por parte del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Chakanbakán revela el esplendor maya
El doctor en antropología y arqueólogo, Fernando Cortés de Brasdefer, destacó la relevancia cultural y económica de esta área, pues representa el esplendor que alcanzó la cultura maya en esta región, en la que también se encuentran Kohunlich y Dzibanché.
Chakanbakán es el nombre actual de esta majestuosa metrópoli, asentada a pocos kilómetros del poblado de Caobas. La expresión Chakanbakán significa “rodeado de sabana”. Esta ciudad prehispánica, cuyo origen se remonta al año 600 A.C., es uno de los asentamientos más antiguos de la región del mundo maya.
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Los vestigios encontrados hasta el momento demuestran que su origen está relacionado con los olmecas y los mayas, en el que destacan los monumentales mascarones de rasgos olmecoides. La ciudad se asentó alrededor de cuatro lagos, y el centro cívico se fundó en un islote rodeado por la laguna Om, en lo que hoy es el sur del estado de Quintana Roo.
Chakanbakán fue un importante asentamiento social de esa época, fundado cuando aún no existían ciudades como Kohunlich, Dzibanché, Chacchoben, Ichkabal, Mahahual, Oxtankah, Chichén Itzá, Cobá, Tulum, Xcaret y Muyil, por mencionar algunos de los muchos que hasta hoy se han conocido y estudiado.
Además de su antigüedad, la ciudad se destaca por sus amplias dimensiones, de más de 30 km de extensión, sus caminos blancos, su amplia red de andadores de piedra y sus cientos de estructuras. Chakanbakán cuenta con la acrópolis más extensa y voluminosa que se ha descubierto hasta ahora en los cinco países que integran el área de influencia de esta civilización en la Península y Centroamérica, conocida como Mundo Maya.
El templo Nohochbalam conserva 14 gigantescos mascarones elaborados en estuco, que fueron fabricados muchos años antes de que se fabricaran los de Kohunlich. Su impresionante belleza no tiene comparación con lo que hasta hoy conoce nuestra sociedad moderna.