En los tiempos del dominio priista, era práctica común que el sexenio se acabara cuando el partido -o sea el Presidente en turno-, designaba al candidato presidencial; con Morena pasa lo mismo, pero con muchos meses de anticipación.

Prácticamente, el sexenio está cerrado.

El Poder Legislativo, del que salen -y saldrán- candidatos a otros puestos de elección popular poco tienen de importancia para discutir el próximo periodo ordinario de sesiones.

Salvo la discusión del presupuesto de egresos para el 2024 y la Ley de Ingresos y por ahí el nombramiento de magistrados del Tribunal de Justicia Administrativa, todos los temas que en su momento fueron relevantes, como la legalización del consumo de la mariguana, dormirán el sueño transexenal.

Falta el nombramiento de tres consejeros del INAI, pero el Gobierno dio la orden a los senadores de Morena que fueran pateando el tema; igual ocurre con algunos magistrados de los tribunales electorales de los estados, pero todo lo que tenga que ver con organismos autónomos son temas muertos.

El Ejecutivo solo priorizará la conclusión de sus obras emblemáticas, como la refinería de Dos Bocas, el Tren Transístmico y por supuesto el Tren Maya.

Ni hablar de construcción de hospitales, carreteras, autopistas, presas, primero porque ya no hay tiempo y segundo porque tampoco hay dinero.

Todos en el Gobierno están involucrados en las (no pero sí) campañas políticas.

Se acabó.

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Si por aclamación se decidiera la candidatura presidencial en Morena, ya la habría ganado de calle Claudia Sheinbaum.

La exjefa de Gobierno de la CDMX ha encabezado, hasta ayer, los mítines más concurridos; primero en Oaxaca y ayer en Pachuca, Hidalgo, en donde refrendó posición a favor de la continuidad de la 4T.

El resto de las corcholatas también tuvieron sus actividades, pero sin la taquilla de Sheinbaum.

Si la exjefa de Gobierno de la CDMX está siendo ayudada o no por los gobernadores de los estados que visita, será una cuestión que deberán discutir las corcholatas restantes e incluso interponer una queja.

Lo malo es que no tienen en dónde o con quién quejarse, pues el documento que firmaron aceptando tooodaassss las condiciones que les impuso López Obrador, carece de un mecanismo u organismo de supervisión o quejas.

Ayer Ricardo Monreal se quejó de la competencia desleal en el número de espectaculares.

“Habría que contarlos’’, dijo, pues claramente el zacatecano es el que menos espectaculares tiene contratados.

Como sea, Sheinbaum puntea el aplausómetro; no se ha salido del guión, por el momento, y solo se ha limitado a hablar de continuidad, sin arriesgarse a hacer cualquier otro tipo de oferta pues se supone que no es campaña, sino diálogos con la militancia.

Y no se lo digan al INE, capaz que los despiertan.

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Curiosamente, los ocho diputados que el PRI tenía en el Congreso de Hidalgo renunciaron a su militancia y se declararon “grupo plural independiente’’, justo ayer que Sheinbaum visitó Pachuca.

Ya todos sabemos que terminarán en las filas de Morena.

Los diputados siguen las instrucciones de su líder, Omar Fayad, el exgobernador del estado acusado por los propios priistas de haber entregado la plaza al partido guinda.

Como sea, son ocho los que se van.

Atrás quedaron los tiempos en los que se asumía como “desbandada’’ la renuncia de un grupo de militantes, no solo del PRI sino de cualquier partido político.

El Congreso hidalguense no contempla la figura de fracción independiente, por lo que los expriistas correrán a los brazos de Morena para mantener el hueso.

Esos son principios y convicciones, no babosadas.