Guerrero perdido, en manos de la delincuencia organizada, más territorios de Chiapas tomados por narcos, el huachicol sin freno y la secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde defendiendo al Presidente porque le quieren “coartar su libertad de expresión’’.

El precio del 10% de capacidad

Son los signos de los tiempos.

Si pudiera hacerse una evaluación, en este momento, del desempeño de todos los funcionarios de alto nivel en el gabinete, ¿cuántos tendrían una calificación aprobatoria?

El ejercicio debe ser ciudadano así que, usted que lee estas líneas, tendrá la mejor opinión.

Pero, a juzgar por los resultados, muy pocos pasarían la prueba.

Por ejemplo, ¿qué calificación le pondría a la secretaria del Medio Ambiente, María Luisa Albores González, después de permitir la devastación de la selva en Campeche y Quintana Roo para la construcción de un tren de muy dudosa rentabilidad?

Se supone que la dependencia a su cargo tiene bajo su responsabilidad también un programa estrella de la 4T, “Sembrando Vida’’ con la que se iban a reforestar cientos de miles de hectáreas, con “árboles frutales y maderables’’ y no hay siquiera una auditoría para comprobar el fracaso o el triunfo del programa.

Albores también debe responder a dónde han ido a parar los millones de metros cúbicos de madera que se han obtenido de la tala de la selva, valuados en cientos (o miles) de millones de pesos sin que nadie en el gobierno sepa su paradero.

O lo saben y lo ocultan.

¿Dónde está esa madera y el dinero obtenido por su venta?

¿Qué calificación le pondría al director de Pemex, Octavio Romero Oropeza, que tiene a la empresa en la situación más precaria de su historia pese a que el gobierno le ha invertido un billón de pesos para rescatarla?

Los bonos de la empresa productiva del Estado (así es la denominación oficial, no es ironía), están a punto de considerarse basura por las calificadoras y la producción de petróleo no solo no se ha incrementado, sino que ha caído como lo demuestran las estadísticas oficiales.

Y el casi desaparecido secretario de Salud, Jorge Alcocer, ¿qué calificación le merece de acuerdo a la situación en la que se encuentra el sistema nacional de salud?

No nos referimos siquiera a su pobre papel durante la pandemia, cuya responsabilidad, por órdenes presidenciales, recayó en el subsecretario Hugo López-Gatell, sino en general al sistema que él debía coordinar y llevar a estadios como el de Dinamarca.

El secretario de salud está desaparecido formalmente, ya sea por su edad o porque el Presidente confía más en López-Gatell, pero no deja de ser su responsabilidad haber participado y avalado experimentos fracasados como el Insabi y el esquema de abasto de medicamentos a través de la UNOPS de la ONU.

Alcocer tuvo la oportunidad de renunciar cuando vio el desastre en el que se convirtió el sistema nacional de salud pero no lo hizo.

¿Y a Rocío Nahle, secretaria de Energía, responsable de la construcción de Dos Bocas y de producir tanta gasolina que México jamás tendrá que importarla en el futuro?

La refinería ha duplicado el costo de construcción, ha otorgado contratos sin licitar y se ha visto envuelta en sospechas de corrupción.

Ni que decir de la secretaria de Educación Pública, Leticia Ramírez, impuesta después de la desastrosa gestión de Delfina Gómez.

Ramírez carga ahora con la responsabilidad de los libros de texto gratuitos repletos de una ideología caduca pero que complace los estándares del presidente López Obrador.

Juzgue usted.