La producción de coco en el sur de Quintana Roo atraviesa un momento crítico. Aunque la región cuenta con más de 450 hectáreas destinadas al cultivo del fruto, la combinación de sequía prolongada y carencia de infraestructura logística ha provocado una disminución del 20 al 30 por ciento en los niveles de producción.

Así lo informó Ruty Carlos Buenfil Magaña, presidente de la cooperativa de productores de coco de Laguna Guerrero, quien detalló que el impacto es más notorio en zonas clave del municipio de Othón P. Blanco, como Laguna Guerrero, Calderitas y Luis Echeverría.

“La reducción es evidente, sobre todo en las zonas más activas”, comentó Buenfil Magaña.

Comercialización dispersa y sin apoyo institucional

A pesar de que el coco verde ha alcanzado precios de hasta 8 pesos por unidad, y el coco seco se comercializa en 5 pesos, el mercado sigue siendo limitado y local.

Los productores venden su cosecha de forma individual, sin una estructura colectiva o estrategia de distribución a gran escala.

Este aislamiento comercial ha dificultado el crecimiento del sector, a pesar del interés de compradores potenciales. Incluso, hubo un intento de establecer vínculos con empresarios de Belice, interesados en conocer los procesos de producción y explorar inversiones.

Sin embargo, los acercamientos se han visto frenados por problemas de agenda entre la cooperativa, la Secretaría de Desarrollo Agropecuario, Rural y Pesca (Sedarpe) y los empresarios beliceños.

Buscan transformar la fibra de coco en insumo agrícola

Frente a esta crisis, los productores han comenzado a explorar alternativas para diversificar el uso del coco y agregarle valor. Uno de los proyectos más prometedores es la transformación de la fibra de coco en insumos agrícolas.

Durante la Feria del Coco, celebrada en marzo, se presentó un prototipo de fibra enriquecida con microrrizas, desarrollado en conjunto con el Instituto Tecnológico de la Zona Maya (ITZM). Este producto podría ser utilizado como fertilizante o como material de acondicionamiento para canchas deportivas, como campos de golf.

Esperanza en la innovación y colaboración institucional

A pesar del panorama adverso, el sector mantiene la esperanza. El objetivo es lograr que, con apoyo de instituciones como la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), el prototipo pueda convertirse este año en un producto final.

“La idea es que este año el prototipo se convierta en un producto final. Estamos trabajando para comercializar costales de 20 kilos de fibra de coco, lo cual representaría un ingreso adicional para los productores”, explicó Buenfil Magaña.

Actualmente, se estima que existen entre 120 y 150 productores activos de coco en el sur de Quintana Roo, quienes manejan una superficie total de alrededor de 450 hectáreas.