Hoy se cumplen tres años de un momento histórico en Quintana Roo. Tres años desde que Mara Lezama se convirtió en la primera mujer gobernadora de nuestro estado. Tuvieron que pasar más de cincuenta años para que los destinos de Quintana Roo estuvieran en manos de una mujer. 

… Y no es solo una cuestión de tiempo, es una cuestión de impacto, de transformación, de esperanza.

Desde el primer día, Mara dejó claro que su gobierno sería distinto. Mientras otros gobernadores tuvieron seis años para demostrar resultados, ella tiene un quinquenio, pero con una ventaja fundamental: sabe que las mujeres hacen las cosas mejor y más rápido. No es una frase vacía, es un compromiso que ha marcado cada acción, cada programa, cada visita a escuelas y comunidades.

La he visto recorrer secundarias, primarias, comunidades alejadas, y más allá del protocolo, de los discursos formales, lleva un mensaje profundo: que nadie, absolutamente nadie, deje de soñar. Que todas y todos podemos alcanzar nuestras metas. Ese mensaje, sencillo pero poderoso, cala hondo en los corazones de niñas y niños, jóvenes y adultos. 

Dentro de esas aulas llenas de alumnos, seguramente hay un niño o una niña que, por primera vez, siente que sus sueños sí valen, que su voz sí importa. Mara Lezama siembra inspiración, esperanza y motivación, sabiendo que lo que ella logró debe replicarse en futuras generaciones.

Su gobierno es un ejemplo claro de cómo se puede romper barreras, superar obstáculos y cambiar la historia desde la cercanía con la gente. Mara Lezama ha puesto el corazón feminista y humanista al servicio de la Cuarta Transformación. 

Desde su toma de posesión, convocó a toda la ciudadanía a un Nuevo Acuerdo por el Bienestar y Desarrollo de Quintana Roo, un pacto que asegura que nadie se quede atrás y que todas las personas estén en el centro de las acciones.

Su gobierno se ha consolidado como el más humanista de la historia reciente de Quintana Roo. Desde el inicio, Mara Lezama ha puesto a las personas en el centro de sus decisiones. 

Ha impulsado un amplio programa social enfocado en el empoderamiento de las mujeres y la lucha contra la violencia, con iniciativas como el programa Mujer es Poder, que ha beneficiado a 50 mil mujeres directamente, dándoles herramientas para mejorar su economía y alcanzar su autonomía. 

Además, ha establecido centros de justicia, albergues y refugios para garantizar que las mujeres víctimas de violencia reciban la atención y la protección que merecen.

No puedo dejar de mencionar la manera en que Mara Lezama ha enfrentado la corrupción. Su gobierno se convirtió en el primero en la historia de Quintana Roo sin observaciones de la Auditoría Superior de la Federación. 

Es un logro que no solo habla de honestidad, sino de un cambio de cultura política donde la transparencia y la rendición de cuentas no son opcionales, sino fundamentales.

En materia económica y turística, la gobernadora también ha demostrado una visión clara y estratégica. La consolidación de Maya Ka’an como la primera Zona Rural Comunitaria con Potencial Turístico del país ha generado oportunidades directas para más de 100 mil personas, fomentando un turismo respetuoso, cultural y justo. 

Mara Lezama no gobierna desde el pedestal de la autoridad, sino desde la cercanía con la gente. Su política es inclusiva, participativa, humanista.

Cada programa, cada acción, cada decisión está diseñada pensando en quienes históricamente han sido marginados o excluidos. 

Desde los apoyos alimentarios más grandes en la historia del estado hasta los programas educativos y de salud, todo refleja un profundo sentido de justicia social y un compromiso tangible con el bienestar de las personas.

Si miramos con atención, nos damos cuenta de que su gobierno es mucho más que un conjunto de políticas públicas; es un proyecto de vida para Quintana Roo.

Hoy, al cumplir tres años de su gobierno, Mara Lezama demuestra que ser mujer no solo es un hecho histórico, sino un sello de eficacia, cercanía y visión transformadora. 

Su ejemplo inspira a miles de quintanarroenses, especialmente a las nuevas generaciones, a creer que los límites existen solo para romperlos.