La Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) ingresó a trámite ante la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) el cambio de uso de suelo de mil 521 hectáreas forestales sobre las que planean construir el Aeropuerto Internacional de Tulum.
La Sedena justificó el proyecto desde el punto de vista de seguridad y argumentó que la “infraestructura militar actual resulta insuficiente para atender las acciones de vigilancia necesarias para brindar servicios de seguridad; además, no existe infraestructura aeroportuaria en la RivieraMaya capaz de soportar y asistir eventos hidrometeorológicos graves, los cuales afectan directamente a la población”.
Los objetivos de construir una Base Aérea Civil Militar y el Aeropuerto Internacional de Tulum son potenciar la demanda turística para el sur de la Riviera Maya, con énfasis en el corredor Playa del Carmen – Tulum – Chetumal, atender oportunamente las funciones de vigilancia del espacio aéreo en la frontera sureste; constituirse como un nodo logístico oportuno y estratégico para prestar apoyo en caso de desastres naturales; agilizar los traslados y disminuir los costos de los mismos entre Tulum, Puerto Aventuras, Akumal, Xel-Ha, Cobá, Felipe Carrillo Puerto, Bacalar, Mahahual y Chetumal.
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Avanzan gestiones para el aeropuerto de Tulum
Se tiene previsto que los trabajos de construcción de la Base Aérea Civil Militar y el Aeropuerto Internacional de Tulum inicien una vez obtenidas las autorizaciones en materia de impacto ambiental, por lo que posiblemente entrará en operación al término de las tres fases de desarrollo en el último trimestre de 2023.
El predio seleccionado para materializar el proyecto se encuentra a 21 kilómetros de Tulum, cerca del Tramo 6 del Tren Maya.
La conexión al aeropuerto vía terrestre con las comunidades de la región consiste en un corredor comercial de 10 kilómetros de longitud por 300 metros de ancho y cuatro carriles con un camellón central que entroncará con la carretera federal 307.
En la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) se indica que la Sedena contrató un estudio para determinar la susceptibilidad o peligro al colapso por la posible existencia de elementos kársticos en la zona.
“Dicho estudio se basó en ensayos geofísicos eléctricos y sísmicos, así como reconocimiento geológico in situ y reportó entre los principales hallazgos que la zona está karstificada con abundante presencia de karren y epikarst poco competentes; el espesor de la roca competente es de hasta 30 metros, en promedio, sin embargo, presenta heterogeneidades laterales en términos”, describe.
RICARDO HERNÁNDEZ
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