Las elecciones presidenciales de Estados Unidos en noviembre de 2024, se están presentando con malos augurios: los dos principales candidatos republicanos, Donald Trump y Ron DeSantis, ya colocaron el tema del racismo y la migración como el problema número uno, en tanto que los demócratas dejaron crecer el problema y están aceptando la lógica de la exclusión por raza.
En 2016, Trump irrumpió en la vida política estadounidense con la centralización del tema migratorio porque el presidente Obama había prometido en dos ocasiones una reforma de nuevos derechos civiles para afroamericanos e inmigrantes hispanos, pero en realidad nunca se preocupó por gestionar las nuevas legislaciones y al final su prioridad fue salvar el capitalismo en crisis heredada por George Bush Jr.
El tema migratorio entró en una situación de colapso por los tiempos y pánicos del Covid-19, pero en realidad desde la crisis de 2008-2009 los países al sur del Río Bravo habían comenzado a encontrar tres dificultades gravísimas en sus espacios locales: el desempleo, la violencia criminal y el atractivo del sueño americano.
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Trump y DeSantis pertenecen a grupos conservadores nacionalistas, puritanos y racistas, en tanto que el presidente Biden y la vicepresidenta Harris no han podido lograr las reformas migratorias y con sus errores estratégicos sólo han contribuido a enardecer a la derecha racial.
Los adelantos del discurso racista de Trump, el tono anti migratorio de DeSantis al anunciar su precandidatura presidencial y los fracasos de las dos administraciones demócratas de Obama y una de Biden auguran nuevas presiones raciales y sociales sobre México y mayores regulaciones migratorias que en los hechos dejan ver que la frontera sur de Estados Unidos va a estar sellada por mucho tiempo.
Con información de 24 Horas Nacional
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