La semana pasada se celebró en esta ciudad caribeña, cabecera del municipio de Benito Juárez, la decimonovena edición del Festival de Monólogos – Teatro a Una Sola Voz. Un total de siete obras representadas por siete brillantes actores en solitario tomaron el escenario del Teatro 8 de Octubre de Cancún y cautivaron al público con sus interpretaciones.

He de admitir que aunque mi deseo era verlas todas, sólo pude presenciar las tres representaciones finales, y es que el deber llama amigos.

Niño del agua es una obra originaria del Bajío, específicamente ubicada en Abasolo, Guanajuato. Su protagonista nos narra las dificultades de vivir en un lugar en el que las oportunidades escasean y donde los bailes son lo más sagrado que hay. Es ahí donde ocurren los primeros flechazos… y los botellazos. Manuel Barragán encarna el papel de un joven que decide enlodarse los pies fabricando ladrillos antes que ensuciarse el alma y separarla de su espíritu y cuerpo. Una belleza.

Aprendí que las madres andan siempre en búsqueda de dónde derrochar su infinito amor. Al término de la función no pude evitar soltar el llanto.

El día sábado, se representó Leaving USA, bienvenido a México, una obra originaria del vecino estado de Yucatán, que aunque usted no lo crea querido amigo, no es Quintana Roo, que se parece pero ya no es lo mismo. Arcadio es un hombre que tras el arrollador paso de un ciclón por su natal Oxkutzkab, opta por salir hacia la ciudad blanca para darle de comer a su mujer y cinco hijos. Fracasado, tras un tiempo vuelve al pueblo y luego de tomar terapia junto a su compadre, decide emprender el viaje al país ubicado allende nuestras fronteras.

De forma inexplicable, en el otro lado el oxkutzcabense logra sobrevivir, incluyendo al menos dos cruces a nado por el caudaloso río Bravo… ¡y prospera! ¿Cómo? Pues echándole ganas y manteniéndose casto y puro, como debe ser. La clave de todo. Años después emprende el regreso a su casa, y luego de tanto tiempo fuera, ¿este sigue siendo su hogar?, ¿alguna vez lo fue?, ¿sigue siendo acaso él mismo?

El teatro yucateco, del cual no soy para nada un experto, me sorprende por su lozanía y desparpajo. Obras como esta no temen provocar una carcajada en momentos que otros considerarían inoportunos o indeseables, incluso diría que las propicia. Ahora que lo escribo, quizás eso en general provoca el teatro nacional: risas.

El domingo y para cerrar con broche de oro, Mariano Ruiz ofreció un banquete shakespeariano, del cual todavía no me repongo. Por suerte no me empaché y vaya que fue tremendo, más fuerte que Beryl y no exagero.

De niño, el autor de The Shakespearean Tour soñaba con ser Thalía, su heroína favorita. Hoy en día, el casi cuarentón logra transformarse en ella o en Ariana Grande, Lady Gaga, Miley, la Britney, Taylor o Beyoncé, todo al pedido del público. En la tarde que nos tocó vivir juntos, representó a Elena de Sueño de una noche de verano, bastante ad hoc; Viola, de Noche de reyes; y Cleopatra, de Antonio y Cleopatra. Una brillante reinterpretación de los textos del autor teatral más célebre, musicalizada con pertinencia y un gran derroche de talento.

Y así acabó todo, afortunadamente Masa Madre, una de las obras seleccionadas para este festival, es un producto cancunense y próximamente estará siendo representada en la ciudad. Este fin de semana sigue la oferta cultural en el recinto al lado de Bomberos, acuérdate…

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