Tulum en crisis.
El comportamiento mensual muestra un inicio de año al alza, seguido de un declive acentuado a partir de mayo. Credit: Especial

La zona arqueológica de Tulum registró una caída de 11.8% en la afluencia turística durante los primeros nueve meses de 2025, en comparación con el mismo periodo de 2024, según datos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Entre enero y septiembre del año pasado, el sitio recibió 886 mil 336 visitantes, mientras que en el mismo periodo de este año apenas 781 mil 981, una diferencia de 104 mil 355 turistas menos.

La disminución coincide con los primeros meses de operación del Parque del Jaguar bajo el control de Grupo Mundo Maya, empresa de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), que asumió la administración en diciembre de 2024.

De la alza al desplome en Tulum

El año comenzó con cifras alentadoras:

  • Enero 2025: 150 mil 620 visitantes, +34.2% frente a 2024.
  • Febrero: 120 mil 147 turistas, +30.4%.
  • Marzo y abril: también con saldo positivo.

Sin embargo, a partir de mayo la tendencia cambió drásticamente. En junio, la caída fue del 48%; en julio, 34.1%; en agosto, 23.6%; y en septiembre, un desplome histórico del 75.1%, con apenas 18 mil 534 visitantes.
Este último registro es el más bajo desde la reapertura posterior a la pandemia de Covid-19, incluso en una temporada tradicionalmente baja como septiembre, cuando el promedio superaba los 60 mil visitantes.

Nuevas tarifas, menos turistas

El cambio más evidente para el visitante fue el nuevo esquema de acceso al Parque del Jaguar. Desde enero, el recorrido hacia la zona arqueológica implica pagar tres tarifas distintas:

  • Tarifa INAH: $100 pesos
  • Conservación Estatal: $100 pesos
  • Parque del Jaguar: $295 pesos extranjeros / $255 pesos mexicanos

En total, un visitante extranjero paga $495 pesos, y un turista nacional $455 pesos.

A esto se suman restricciones en el acceso y trayectos más largos para llegar a las playas. El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Secretaría de Cultura ha señalado que estas medidas “encarecieron el acceso y complicaron la visita”, afectando a sectores como hoteleros, restauranteros y guías locales.

Golpe a la economía local

El impacto no se limita a la arqueología. El binomio playa-cultura, sello distintivo de Tulum, se ha visto fracturado. Los prestadores de servicios reportan cancelaciones de tours y menor ocupación, mientras habitantes han protestado por lo que consideran una “privatización” de las playas, con cobros adicionales de hasta $255 pesos por persona para acceder a la costa.

En agosto, se registró un bloqueo carretero en la Riviera Maya, exigiendo la reapertura de accesos tradicionales y denunciando el desplazamiento de guías locales.

Aumentos que preocupan al sector

El panorama podría complicarse aún más en 2026.
El Congreso de la Unión aprobó incrementos de más del 100% en las tarifas de entrada a sitios arqueológicos para visitantes extranjeros:

  • Tulum, Cobá, Kohunlich y San Gervasio: de $100 a $210 pesos.
  • Dzibanché, Kinichná y Chacchoben: de $80 a $160 pesos.
  • El Rey, El Meco, Muyil y Oxtankah: de $75 a $145 pesos.

Aunque los mexicanos y residentes extranjeros mantendrán descuentos del 45 al 50%, los nuevos precios podrían reducir la llegada de turismo internacional, especialmente en el sur del estado.

A ello se suma el aumento del Derecho de No Residente (DNR) que pagan los turistas extranjeros al ingresar a México, de $861 a $983 pesos por persona en 2026. La mayor parte de estos recursos continuará siendo administrada por la Sedena a través del Grupo Mundo Maya, responsable del Tren Maya, hoteles y aeropuertos.

Un modelo en revisión en Tulum

A pesar de que Cancún concentra el 43.8% de los turistas internacionales que llegan por vía aérea, Quintana Roo no recibe beneficios fiscales directos de esta recaudación.
El nuevo modelo de gestión turística, bajo la Sedena, ha generado tensiones entre la necesidad de proteger el entorno y el impacto económico que enfrentan los destinos locales.

En el caso de Tulum, el resultado más visible es un descenso sostenido en la llegada de visitantes y una preocupación creciente entre los prestadores turísticos por la viabilidad del destino a mediano plazo.