En realidad, la costumbre de comer caracoles es muy antigua y ha surgido en numerosas partes del planeta
En realidad, la costumbre de comer caracoles es muy antigua y ha surgido en numerosas partes del planeta

Aunque a muchas personas puedan tener  aspecto desagradable, esto no es obstáculo para que los caracoles sean considerados uno de los manjares más apreciados por los españoles y franceses en gran cantidad de platillos. ¿Por qué son tan populares?

En realidad, la costumbre de comer caracoles es muy antigua y ha surgido en numerosas partes del planeta, pero estos dos países europeos están entre los que han sabido introducirla a la alta cocina.

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A continuación, te contamos la historia de este extravagante alimento y cuáles son las formas de prepararlo.

La historia detrás del consumo de caracol en España y Francia es muy larga. De hecho, data de tiempos prehistóricos. En yacimientos como los de L’Abric, cerca de la ciudad española de Benidorm, se han encontrado conchas de caracol asadas junto a restos humanos de 30.000 años. Se trataba de un alimento mucho más fácil de conseguir que el mamut, por ejemplo.

A lo largo de la historia, los caracoles siempre fueron un alimento fácil de conseguir en medio de la escasez o los conflictos. Pero fue sobre todo en la antigua Roma que estos moluscos se convirtieron en un manjar exquisito y que a la vez despertaba gran curiosidad.

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En tiempos de las guerras entre César y Pompeyo, los caracoles silvestres ya no eran suficientes para abastecer la demanda, y así se dio impulso a la helicicultura (crianza de caracoles).

Alrededor del año 58 a. C., los romanos conquistaron la Galia, en la actual Francia, y con ello exportaron su gusto por los caracoles, de acuerdo con algunas teorías mencionadas por The European Times.

Aunque a inicios de la Edad Media varios criaderos habían desaparecido, el consumo de caracoles siguió siendo popular, sobre todo en países católicos, como España, Francia e Italia, debido a que se trataba de un buen sustituto para la carne en tiempos de Cuaresma y además era fácil de obtener. De hecho, el papa Pío V los declaró como peces para que se pudieran consumir.

El primer libro de cocina en lengua castellana, “El arte de cozina” de Diego Granado, también incluye varias recetas de monasterios en las que añaden caracoles, comunes en su dieta por lo fáciles de conseguir. Leonardo da Vinci, figura del Renacimiento, los cocinaba con mantequilla y perejil.cocina francesa, comida

 

Pero el renacer del caracol como estrella de la cocina habría ocurrido el 22 de mayo de 1814. El zar Alejandro I se encontraba de visita en París y el canciller francés Charles Maurice de Talleyrand quiso sorprenderlo, por lo que su chef, Marie Antoine Carême (considerado el fundador de la alta cocina), le preparó caracoles.

Años después, el “Cuisinier des cuisiniers” (1868) de Jourdain Lecointe incluyó entre sus recetas los escargots à la bourguignonne.

De esta forma, los caracoles se metieron de lleno en las preferencias de la cultura gourmet y, salvo algunas temporadas, se mantienen en las cartas de algunos de los mejores restaurantes de Francia y España.

¿Cuántos caracoles comen los franceses por año?

En Francia se consumen entre 20.000 y 60.000 toneladas de caracoles al año. El país galo ofrece diversas recetas con estos animales: al vino, al horno con queso brie o junto con verduras. La más famosa es escargots à la bourguignonne. Se sacan de la cáscara para introducir en ella una mezcla de mantequilla, ajo y perejil, y finalmente introducir la carne de nuevo.

Los caracoles franceses suelen ser más grandes que los españoles. Se comen agarrando el caparazón con una servilleta y extrayendo la carne con un tenedor especial.

¿Qué otros países comen caracoles?

Además de Francia y España, Italia es el otro país del mundo que más caracol consume; entre los tres, importan casi el 50% de lo que consumen. Portugal, Nigeria, Marruecos, Filipinas y Vietnam son otros rincones del globo donde se degusta este alimento.