ADRIAN TREJO

Los resultados de la cumbre con Canadá y Estados Unidos podrían ser el bono que necesitaba Marcelo Ebrard para comenzar a escalar en el ánimo presidencial.

El momento de Ebrard

La cumbre, salvo las infaltables anécdotas presidenciales, resultó buena en términos generales.

Destaca Ebrard buena conversación entre AMLO y Biden

El Gobierno mexicano logró que el tema de la disputa por la política energética fuera separado de los temas de la agenda trilateral, lo cual no significa que los socios comerciales lo hayan olvidado.

Parece que fue un gesto de cortesía de Biden y de Trudeau, para dejar que el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, se colgara una medalla.

Casi casi como la que presumirá todo el año por el hecho de haber logrado que los presidentes de Estados Unidos y Canadá aterrizaran en el AIFA.

Los acuerdos públicos no fueron más que los temas comunes que se tratan en estas reuniones: mayor cooperación, crear comisiones, mayor supervisión, mayor intercambio de información, etcétera.

Pero mientras se desvela el fondo de los temas tratados, la forma, es decir, lo que se observó, es que la cumbre le salió bien al Gobierno y por Gobierno entendamos a Marcelo Ebrard.

A Ebrard le sonrió la suerte.

Justo un día antes de la llegada de los mandatarios de Norteamérica, ocurrió el accidente de la Línea 3 del Metro, que afectó el programa de campaña de su rival a vencer, Claudia Sheinbaum.

Mientras Ebrard recibía a Biden en el AIFA, Sheinbaum trataba de capotear la tormenta mediática que se le vino encima no solo por el accidente de la Línea, sino por todos los que han ocurrido en ese medio de transporte durante su administración.

López Obrador no pudo colar a ningún evento a Sheinbaum, como seguramente tenía planeado y como ha hecho en otros casos, porque su presencia resultaba incómoda.

¿Cómo justificar la presencia de la jefa de Gobierno en alguno de los actos de la cumbre con las acusaciones de negligencia que pesan en su contra?

El equipo de Ebrard había denunciado el viernes a la jefa de Gobierno por los actos anticipados de campaña y por el enorme gasto que significó su campaña de espectaculares por todo el país.

La casualidad le dio a Ebrard un empujoncito en el ánimo presidencial y en el pulso colectivo.

Ahora deberá aprovecharlo.

¿Podrá?

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Por cierto, el propio Ebrard dijo que la ausencia del fiscal Alejandro Gertz Manero en la cumbre se debió a que “no les dio tiempo’’ de invitarlo, lo cual es una explicación que nadie cree.

De a poco el fiscal ha perdido puntos en el ánimo presidencial, sobre todo a partir del pleito que compró con la familia de su hermano fallecido y por el cual se le acusó de tráfico de influencias para mantener en prisión a sus parientes políticos.

No es que en la reunión no se hayan tocado temas de seguridad, porque claro que se hizo, pero la voz cantante la llevó la secretaria de Seguridad Pública y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez.

Gertz vive una especie de arraigo en su domicilio y poco es consultado.

 

El Presidente simplemente no quiso invitarlo y ya.

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La ausencia de información sobre el avance de los contagios de Covid ha creado una falsa sensación de seguridad en la población mexicana que rehúsa cualquier medida de prevención.

Pero el virus sigue ahí, aumentando los casos y, aunque la mayoría no son graves, siguen causando víctimas mortales.

¿Cuándo volverá Hugo López-Gatell a informar diariamente cómo vamos en ese tema?