La cúpula del Partido Acción Nacional (PAN) debe guardar sus pretensiones de imponer candidato presidencial de Va por México para 2024.
La culpa la tiene Xóchitl Gálvez, la senadora panista no militante pero sí simpatizante, quien crece exponencialmente en el ánimo social.
La plataforma de lanzamiento, dijimos aquí el miércoles 14 de junio, fue el lunes 12 cuando no la recibió Andrés Manuel López Obrador en Palacio Nacional.
Eso la animó a otear el ambiente y en horas su nombre nutrió las redes sociales, impacto creciente conforme se multiplica la polémica sobre su vida y las acusaciones del poder.
Aquel día anunciamos, como fue: Xóchitl para Presidenta y Alito no.
Ella avanza sin cesar y el dirigente priista Alejandro Moreno confirmó en días siguientes su declinación a inscribirse a contender en el acuerdo bajo negociación en aquel momento.
Reforzamos aquella información la semana pasada con la pregunta de si el mismo López Obrador reconocería la importancia de quien arrasa en la oposición.
La citó ayer.
No para subrayar sus virtudes ni para darle la bienvenida a la contienda contra sus corcholatas, sino para descalificarla -invento suyo- como representante de los conservadores y títeres del empresario Claudio X. González.
Pero ese rechazo presidencial es su presentación y su fuerza.
GRUPO EN RETIRADA
Aquí el tema es el PAN.
El grupo dominante representado por Marko Cortés tenía un esquema muy bien elaborado a partir de la conformación de la alianza con el PRI y con el PRD.
-El PRI es mano en Coahuila y el Estado de México, y el PAN para la Presidencia de la República y para la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México -se dijo entonces.
Y con esa idea los choznos de Manuel Gómez Morín se repartieron las candidaturas del 2024: Santiago Creel para la Presidencia, Santiago Taboada para la Ciudad de México, Marko Cortés para el Senado, Jorge Romero para el partido…
Y así.
Pero ahora los grupos más tradicionales, El Yunque incluido, han decidido sumarse a Xóchitl Gálvez por verle capacidad para atraer voluntades suficientes a fin de darle viabilidad a la oposición.
Y atrás de ellos están prácticamente todos los ex gobernadores del PAN, unos porque trabajaron con ella cuando fue comisionada de asuntos indígenas y otros por identidad personal.
ENTRE DOS FUEGOS
Con esa suma llega la disyuntiva:
El Comité panista no podría oponerse y cerrarle el paso, como pretendía cuando Xóchitl Gálvez aspiraba a la candidatura para jefa de Gobierno de la capital.
Pero debe prepararse.
López Obrador no pudo ignorarla ayer, pero a la vez lanzó el pistoletazo para atacarla por todas las vías, institucionales y en redes sociales, y vendrá una embestida de larguísimo alcance.
Lamentable, porque Xóchitl enfrenta doble fuego.
Pero si persiste el rechazo en los mandos azules, la alianza Va por México o Frente Amplio por México deberá decidir si la registra como panista, si la respalda otro partido (PRI, PRD) o como candidata ciudadana.
Ella no se doblegará y enfrentará tanto los frentes internos como los ataques del Gobierno, de Morena y de su aparato de descalificación.