El Presidente de Estados Unidos ha aguantado firme.

Se entrevista, recibe en la Casa Blanca, visita y saluda con una gran sonrisa a su similar de México, Andrés Manuel López Obrador, y hasta promete con amabilidad colaborar en problemas comunes.

Mientras él usa la mano suave, algodón diplomático para la imagen, manda a los suyos a presionar por distintas vías y diferentes materias:

A la DEA de Anne Milgram a denunciar el dominio pleno de cárteles del crimen sobre amplias regiones del territorio nacional con tolerancia y paciencia del Gobierno.

Al Departamento de Justicia del fiscal Merrick Garland a detener capos y a encaminar los trámites de extradición para someterlos a proceso en Estados Unidos.

Ahora mismo hay varios casos pendientes famosos e imposibles de ignorar por la Fiscalía de Alejandro Gertz Manero, la cancillería de Marcelo Ebrard y la Corte de Norma Piña.

Al enviado especial del presidente Joe Biden para el clima, John Kerry, a atender asuntos urgentes en medio ambiente, un tema de bajo o nulo interés para Palacio Nacional.

Y al secretario de Seguridad Interior, Alejandro Mayorkas, a instrumentar medidas de control para contener o al menos aminorar el flujo de migrantes a través de la frontera con México.

LA PROMESA FALLIDA

A partir de hoy la emergencia tiene rostro migrante.

Lejos quedó aquella promesa -17 el octubre de 2018- cuando el Presidente electo conminó a centroamericanos a venir a México a disfrutar del país de promisión de su campaña:

“Vamos a ofrecer empleo, trabajo, a migrantes”, anunció al tiempo de celebrar con Estados Unidos y Canadá un magno plan de desarrollo para la cintura de América.

Muchos le creyeron, así incentivó las llamadas caravanas y, ante la amenaza del sur estadounidense, Donald Trump ordenó detenerlas y rápido se montó un aparato de seguridad estimado en 28 mil soldados por la Casa Blanca.

Ahora, vencido el plazo del Título 42, la administración Biden ha montado un gran muro de seguridad para remitir a cuanto extranjero ingrese indebidamente.

Destino: México, cuya frontera norte está rebasada y según cálculos pronto aumentará el caos con más de 150 mil deportaciones.

Washington se expresa con hechos, no con discursos de soberanía.

ACUERDOS CERCANOS

Las pláticas del magisterio con el Gobierno se han acelerado.

Como titular del contrato colectivo, el SNTE de Alfonso Cepeda trata de cerrar negociaciones para establecer un salario modelo.

Cepeda y el STE de Carlos Jonguitud plantearon 12% y al recibir la solicitud el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, prometió revisarlo y hacer un esfuerzo.

Leticia Ramírez y su SEP son testigos de palo.

Por lo investigado hasta ayer, tal vez no se alcance esa meta, pero es posible adelantar el tono: será el más alto otorgado por el Gobierno y nadie lo rebasará en el futuro.

Pero habrá muchas especificaciones: incremento salarial mayor a quienes perciben menos, también en primas vacacionales y aguinaldo, y fracciones por antigüedad, estímulos y premios.

El anuncio se oficializará el lunes en Palacio Nacional con elogios presidenciales al magisterio por estar en paz, con todas las escuelas en operación y clases normalizadas tras la pandemia.