El guacamole, ese delicioso y versátil manjar, tiene sus raíces en dos fascinantes historias. La primera se remonta a la época prehispánica mesoamericana, cuando los aztecas no solo lo consumían como alimento, sino que también lo usaban como mascarilla de belleza para hidratar la piel. La segunda historia nos lleva a los tiempos antiguos de la civilización tolteca, donde se dice que el dios Quetzalcóatl fue el pionero en ofrecer este manjar a su pueblo. Esta temprana versión de guacamole se elaboraba con aguacate, limón, chile y tomate, una combinación considerada una genialidad culinaria que eventualmente se difundió por toda América.

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A medida que el tiempo avanzaba, la receta del guacamole ha evolucionado, adaptándose a diferentes ingredientes y sabores según la región en la que se prepare. Sin embargo, su esencia fundamental ha perdurado.

A nivel mundial, el guacamole ha ganado renombre, pero es en Estados Unidos donde ha alcanzado un estatus casi icónico. Este país lidera el ranking de consumo de guacamole, en gran parte debido a la creciente popularidad de los aguacates, especialmente durante el fin de semana del Super Bowl, cuando preparar esta deliciosa salsa mexicana se ha convertido en una tradición.

El aguacate, ingrediente estrella del guacamole, es un alimento que ofrece una serie de beneficios importantes, como ser una fuente de antioxidantes, ayudar a reducir el colesterol y los triglicéridos, promover la digestión, ser rico en ácido fólico y actuar como un antibiótico natural.

Algunos datos interesantes sobre el aguacate incluyen que un aguacate de tamaño medio contiene aproximadamente 4.6 gramos de fibra, más que cualquier otra fruta. Además, México se posiciona como el principal productor de aguacate en el mundo, con una producción anual que supera las 2 millones de toneladas.