El pozole es un plato emblemático de la cocina mexicana con raíces que se remontan a tiempos prehispánicos, aunque ha evolucionado a lo largo de los años. La llegada de los conquistadores españoles introdujo nuevos ingredientes que se sumaron a esta tradición culinaria.
María Losón de Fábregas, historiadora gastronómica, explica que el pozole original se preparaba con maíz cacahuazintle, una variedad de grano grande y redondo. Después de la conquista, se incorporó la carne, principalmente de cerdo. Este plato es muy popular en todo México, y cada región tiene sus variantes en cuanto a ingredientes y preparación.
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Según registros de la Agencia de Servicios a la Comercialización y Desarrollo de Mercados Agropecuarios, existen al menos 20 variantes de pozole. El más conocido es el pozole blanco, típicamente consumido en la zona central de México. Se elabora con carne de cerdo, en particular, la cabeza del cerdo, y caldo de maíz cacahuazintle. Se sirve con lechuga, rábanos, cebolla picada, orégano, chile piquín molido y unas gotas de limón. Aunque en la actualidad se pueden encontrar variantes con pollo e incluso opciones veganas, la versión clásica y original incluye carne de cerdo.
En algunas regiones, como Guerrero, se añaden ingredientes como aguacate, chicharrón, lengua de res, queso, sardinas e incluso un toque de mezcal. En Guerrero, los jueves son famosos por ser el día de consumo del pozole verde, que se acompaña con mezcal.
Así que, para cada ocasión, puedes disfrutar de una variante de pozole, ya que todas ellas ofrecen sabores únicos y deliciosos.
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